A Nicolás le falla el verbo, no halla el adjetivo correcto, quizá el idioma le esta pasando factura por lo de "millones y millonas". Habla de multiplicar la formación artísticas en los estudiantes de bachillerato, pero por alguna razón, sus promesas no riman con sus planes. Sus palabras van a contravia y no hay ni una gota de carisma en su vocabulario. De pronto, de forma espontanea, hace lo que ningún político había podido hacer antes: Mezclar "Cristo" y "Penes" en una sola oración.
Nuestro presidente es un golpe al idioma, un error continuo, una gotera constante. Nicolás se ha convertido en una bolsa de calorías e inercia. Pero en algo ha mejorado: Sus insultos. Maduro se ha convertido en un maestro de insultos y logró que la ofensa vaya incluida en el kit de un "Verdadero revolucionario" Inyectándole a sus seguidores esa costumbre de agredir al que difiera de su pensamiento.
Venezuela es presa de un derrumbe social y económico y ya no tenemos con que cubrirnos. Somos esclavos de un sueldo mínimo, prisioneros de cuatrocientos dólares anuales y vemos en primera fila como apedrean al país.
Todos dicen que un día saldremos de esto, que vienen tiempos buenos, y yo no lo dudo, pero, ¿Qué hacemos mientras tanto?
Venezuela es presa de un derrumbe social y económico y ya no tenemos con que cubrirnos. Somos esclavos de un sueldo mínimo, prisioneros de cuatrocientos dólares anuales y vemos en primera fila como apedrean al país.
Todos dicen que un día saldremos de esto, que vienen tiempos buenos, y yo no lo dudo, pero, ¿Qué hacemos mientras tanto?
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