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domingo, 27 de octubre de 2013

La Muerte Para Empezar

   Hace unos cuantos días en una clase de la universidad el profesor nos envió a leer un libro de Fernando Sabater del cual su primer capítulo llevaba por título "La Muerte Para Empezar". Es un libro que te obliga a no solo pensar sobre la vida, sino filosofar sobre ella. Denota en uno de sus tantos párrafos que ya vencimos a la muerte el día que abrimos los ojos, que ya derrotamos a ese desconocimiento infinito el día que nacimos. En otro párrafo señala que la conciencia de la muerte nos hace madurar, el saber que vamos a morir es en realidad lo que nos hace mortales, en fin, este libro deja muchas interrogantes caminando por nosotros, pidiendo a gritos ser contestadas.

  Pero hay una parte del libro que me intrigó mucho. Dice que “La muerte propia produce temor, pero la muerte ajena produce dolor” Esto sigue haciendo eco en mi mente por el hecho de que por esa frase nosotros, los venezolanos, nos salimos del margen que establece el libro. Nosotros escuchamos a diario comentarios sobre asesinatos de otros venezolanos y lo decimos como si ya fuera costumbre, como si el país se fuera amoldando a las balas en el rostro. No me quiero imaginar cuantos gatillos se han apretado o cuantas gotas rojas han caído al suelo, yo quiero que dejen de quitarle la vida a nuestra gente.

   ¿A dónde se fue nuestra sensibilidad? Vivimos en un lugar donde hasta por un reloj te puede quitar el derecho más fundamental que es la vida. No podemos seguir viviendo en una cuenta regresiva como esta.  


   Existe una gran diferencia entre el que se murió y el que mataron, nadie debería ser capaz de quitarnos nuestra vida. Hay que despertar nuestras ganas de vivir, nuestras ganas de luchar, nuestras ganas de conocer un país seguro. La tolerancia no se debe asomar en estos asuntos. Si la muerte es para empezar y por lo visto también para terminar, hagamos que la vida sí valga la pena.

   Venezuela, te quiero segura.

domingo, 20 de octubre de 2013

Educación Juvenil

   Les confieso que escribo esto con mucho respeto hacia todos los padres, docentes y hacia todas las personas que difieran de mi opinión. Ser padre es, considero, un conocimiento estrictamente empírico, pero muy genuino porque es una responsabilidad que, en la mayoría de los casos, se acepta con lagrimas de felicidad. Yo pienso que ser padre es la mejor profesión del mundo, ni siquiera me puedo imaginar el placer que debe causar sentirse orgulloso de un hijo, o mejor aun, el gozo de saber que tu hijo se siente orgulloso del padre que tiene. En fin, ser padre es una montaña rusa de emociones, responsabilidades y acciones que deben ser controladas juiciosamente, porque el querer lo mejor para los hijos implica saber qué es lo mejor para ellos.

   "¡Ningún hijo mio sera maestro, tú seras un gran doctor!" Así empiezan uno de los errores más grandes de los padres. Atribuirle grandeza a un doctor pierde coherencia cuando se la restan a un docente, los niños siempre hablan con más preguntas que respuestas, de hecho, la niñez es un territorio minado de preguntas que vamos contestando a medida que vamos creciendo y esto forma nuestras aspiraciones, lo que "queremos ser de grandes".

    Docente. Esa es una palabra frágil que en este país siempre está en emergencia, se tambalea de lado a lado sin conseguir ningún equilibrio. Al detenernos por un momento a observar los rincones mas precarios de la geografía venezolana nos damos cuenta que la pobre e insuficiente educación de nuestro país tiene como consecuencia un virus de violencia, marginalidad, pobreza y exclusión que se va expandiendo como cuando lanzamos una piedra a una laguna calmada. Justo allí, en los barrios y urbanizaciones, en donde camina el venezolano promedio es en donde se representa la emergencia educativa que hay en Venezuela. Y todavía no encontramos solución a esto.

   Aquí hay que incentivar a los maestros. Si la base de toda persona es su educación, ¿Cómo impulsamos a un país sin bases? Necesitamos personas que se apasionen con su trabajo, que le pongan almohadas a su paciencia. Necesitamos buenos profesores en los colegios, escuelas y universidades publicas. Cada día la educación tiene más problemas por resolver, este oficio tiene una enorme responsabilidad social. Hay que urdir sin presión pero con excelencia, entre padres y profesores, el futuro de nuestro país, lo más importante. Lo nuestro. La educación juvenil.


domingo, 13 de octubre de 2013

Están Matando Al Futuro

    Él va caminado sin pensar que unos metros atrás está su fecha de caducidad, los segundos empiezan a pasar más lentos y el ambiente se pone tenso. De esas veces que sabes que algo esta por suceder y de repente, sucede. Él siente el golpe frío de una bala atravesando su cuerpo y acto seguido cinco balas más van de nuevo hacia su integridad física. Sin piedad, sin censura. Te mato una vez, pero no estoy satisfecho, lo hago cinco veces más, soy la realidad venezolana, soy lo que pasó dentro de una universidad. Y él, era un estudiante.

   Uno llega a un punto en el cual ya no desea escribir, no porque la imaginación este limitada o se haya acabado, sino porque es triste escribir sobre problemas y más problemas, pero si las universidades no logran escapar de la realidad del país, pues, las letras tampoco lo harán.

    Este año el país se levantó del lado izquierdo de la cama, inflación, escasez y delincuencia han abundado desde entonces, pero, vamos a estacionarnos en el problema y a ponerle un poco de coherencia empezando por esta pregunta: ¿Es que acaso un pueblo que logra soportar inflación, escasez y muchas muertes, no es capaz también de encontrarle una solución a estos problemas?

    No hay fe que no incluya dudas y en este momento esas dudas son muy grandes, compañeros, ¿Dónde esta el limite de esto? Ya quedó comprobado que podemos soportar este presente, si, si podemos, pero lo que no podemos soportar: Es que no haya futuro. Y esta semana murió un futuro y asaltaron a dos más. Todo eso en un mismo día, en la misma ciudad, pero en diferentes universidades.

   Detengamos esto, están matando al futuro.

domingo, 6 de octubre de 2013

Compromisos

   Mi nombre es Juan, tengo 29 años. Soy victima de un país con crisis económica, estoy preso de un sueldo no mínimo, sino, diminuto. Pero de algo estoy seguro, esto va a mejorar. Tengo mis ideales tatuados en la piel, mi obligación es cumplir con toda persona con la que me comprometa, serle fiel a mi pareja, a mis principios y a mi país.

La situación estaba muy mala... mi esposa, Gabriela, no ha podido comprar la lista de útiles para los niños. "No hay plata, no alcanza, vamos de mal en peor" -Las frases más repetidas en mi casa, ¿Cómo hace uno para vivir en el sótano de un sueldo insignificante, ante una inflación del tamaño de un rascacielos?

Llevo cuatro años trabajando en una empresa de repartidores. Cuatro años con el mismo cargo. Cuatro años con el mismo sueldo. En estos últimos días han estado botando empleados, parece un ritual, los llaman a la oficina del jefe y de inmediato le gritan ¡Despedido! Un día de tantos me llamo mi jefe a su oficina, con nervios entre y me senté, él me miró y me dijo:

-Juan, ¿Cómo estas? Ya es hora de ascenderte, necesitamos a alguien que pueda encargarse de la gerencia de esta sucursal, ¿Estas dispuesto?

¡Rayos! Mis emociones estaban saltando de alegría, por fin podría darle una mejor vida a mi familia. Esta oportunidad no la puedo desperdiciar. Pero la felicidad, en este caso, duró poco... antes de que pudiese responder mi jefe agregó:

-Ah veo que te has contentado, se te nota en la mirada. Pero Juan, para asumir este cargo debes hacer un pequeño cambio en el informe de entregas. Recibirás 29 paquetes mensualmente pero notificaras que solo te llegaron 20. Es un pequeño cambio, nadie se percatara. A lo que respondí:

-Señor, ¿Usted me esta pidiendo que engañe? ¿Que robe?

-Solo digamos que es... una pequeña ayuda para la empresa. Ya sabes como esta la situación del país, debemos enriquecernos de una manera u otra. Te doy dos días para que lo pienses.

Salí de la oficina y en la noche le comente a mi esposa la situación que me apretaba. Después de una larga charla me dijo: Haz lo que creas correcto, pero recuerda que siempre hablas de tu compromiso con la sinceridad. Imagina lo que serías si aceptas o no aceptas el trabajo.

Pasaron los días, volví a la oficina y con mucho valor le dije a mi jefe:

-Ya tome una decisión, lo siento mucho, pero no puedo aceptar su propuesta. Mi jefe asombrado respondió:

-Juan, ¿Estas consciente de que vas a perder tu trabajo si te niegas a esta oferta?

-Si señor. Pero prefiero seguir mis ideales, no romper mis compromisos y seguir siendo un hombre de palabra. Tanto usted como yo queremos prosperar, pero esta no es la forma. Por lo menos no es mi forma. Si para surgir, tengo que engañar, prefiero trabajar en otro lado. Lo siento mucho.

-Juan... felicidades, es usted el nuevo gerente de esta sucursal. Pasaste la prueba, necesitamos a alguien en quien confiar, alguien que no se desvíe por la ambición. Hemos hecho esta prueba con mas de siete empleados, y ni siquiera lo piensan, aceptan engañar a las demás personas de inmediato. Gracias por tu sinceridad y compromiso, nos vemos mañana... gerente.

La vida le pone pruebas a nuestra integridad moral y como toda prueba tiene sus recompensas, recordemos siempre que la sinceridad abre más puertas que cualquier llave maestra, que un compromiso se basa en hecho y no en palabras y que solo cuando las cosas se hacen bien, cosas buenas pasan.