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domingo, 8 de diciembre de 2013

No Desistir.



Venezuela vive su momento más borroso. El caos ensució cada rincón del país, la coherencia se perdió hace varios meses y el que la intenta rescatarla sale perjudicado. Donde había chistes ahora hay insultos, donde hubo risas, hay lamentos. Hoy es 8 de diciembre, del 2013 y en nuestro país se celebran las elecciones de alcaldes y concejales. Quizá sea una oportunidad, un disfraz o solo una esperanza, pero si hay una sola cosa de la cual podemos estar seguros es que hay que votar.

Si hoy alguien se va a abstener a algo que sea al miedo, no hay que tener miedo. Hay que hacer de cada fila de votación colas enormes, lo suficiente como para que los que piensan abstenerse se lleguen a preguntar ¿Sera que van a sacar harina de esa escuela? Que las colas sean más grandes que las que recorrieron el país los meses anteriores. Yo no logro conseguir ni un gramo de coherencia en esos venezolanos y venezolanas que invierten diez horas de su vida en una fila para obtener un electrodoméstico, o en quien madruga a las afueras de un supermercado para convertirse en un pedazo mas de la gigantesca cola de desesperación y que no sean lo suficientemente consientes para ir a sumar su voto al destino de nuestro país. 

Si son capaces de utilizar el razonamiento para saber que los electrodomésticos se van a acabar y que la comida se va escasear, seamos capaces también de razonar que la libertad se va a acabar, que la justicia es cada vez mas escaza y que el futuro se nos esta destruyendo. No hay que dominar la matemática de manera absoluta para saber que dos horas en una fila para mejorar el país son mejores que diez horas en otra para adquirir un alimento. Esta es la simple matemática del venezolano y aun así hay quienes dudan de este resultado.

Después de todo lo que ha pasado estos últimos meses votar debería ser un ejercicio moral, lo inmoral seria convertirse en un quejumbroso de manos cruzadas. Les pido a todos los que han sido asaltados, no permitan que también les roben su voto. A los que han quedado desempleados, asistan a votar como si fuera su primer día de trabajo. Y por todos los que han dejado de vivir este año por culpa de la delincuencia, ¡llenemos esas cajas de votos!

El viernes me tropecé con el Twitter. Esa calle que nunca duerme, la tinta que no se acaba. Miles de historias, comentarios, chistes y chismes que transitan diariamente por este medio. Algo muy atractivo de esta red social es que dejamos a un lado las apariencias y mostramos de una manera casi tangible nuestra verdadera personalidad, nuestras preferencias, ideologías, costumbres y hasta talentos. Estamos desnudos, como somos, como queremos ser. Me di cuenta de que varios tuits pedían a gritos calle, otros votos, otros calle sangre y pistolas.

Yo pienso que nunca se debería cambiar el voto por un arma, es posible conquistar un país sin sangre. Imagínense que este es un examen de selección simple para entrar a una mejor Venezuela, y ahí donde dice votar, ahí debemos marcar con un chequeado. Sorprende que a estas alturas todavía haya que insistir para que las personas vayan a votar.

La mayoría de los países exitosos, lo son porque su gente logro que su alcance fuera mayor que su capacidad, se esforzó, no huyó. Mil veces se cayeron y mil veces mas se levantaron, ¿Usted qué piensa hacer? ¿Eres uno más de los que han convertido la abstención en un acto suicida? ¿O eres de los que prefiere tumbarse con unas maletas en Maiquetía y quejarse tras la sombra del extranjero? Algún día podemos conseguir un mejor país y ese día podría ser hoy. Todo depende de ti. Levántate, ponte una gorra, pásale seguro a la puerta y selecciona el país que quieres. La única solución, es no desistir.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Había una vez un país

   Había una vez un país que estaba aprendiendo a caminar. Con mas futuro que petroleo por delante y miles de personas con sonrisas en la cara y ganas de prosperar en la mente, era pequeño pero daba grandes pasos. Fue bautizado como Venezuela por un italiano el cual determino que había un enorme parentesco entre Venecia y lo que hoy llamamos el Lago de Maracaibo. Este es el país de las mujeres, lleno de talento y comedia. La pequeña Venezuela era alérgica a la violencia, el chisme y los disturbios. Actuaba el doble de lo que hablaba, era el reflejo de la efectividad. El mapa de Venezuela tenía forma de rinoceronte, y era tan pujante y fuerte como uno de verdad. Así andaba este país, gateando en el silencio del éxito y la notoriedad. El mundo se hace mucho mas simple bajo la sombra de la inocencia.

   A mi siempre me ha resultado escalofriante el hecho de que no recordemos algo tan importante e imprescindible para nuestra vida como el momento en que aprendemos a caminar, la Venezuela de hoy en día no recuerda ese momento, al igual que nosotros de pequeños cuando no recordamos nuestros primeros pasos, nuestra primera torta o nuestra primera palabra, el país no recuerda lo pujante que era, la fuerza de su sociedad, y la valentía de su gente. El país no supo de su prosperidad, de su absoluta democracia o de su gran coraje que rodaba por todas partes. No se entero del esfuerzo de su gente. Ni de los caídos en la lucha. En rigor, no tiene claro el nombre de su presidente. Más allá esta la sociedad viviendo la realidad frente a frente, quejándose de saqueos y a la vez deseando presenciar uno. Entre chistes y "patria" se nos fue la coherencia.

   Esta sociedad no se cansa de mirar el retrovisor. Vamos de espaldas hacia un futuro incierto, así como una avalancha, el país se nos viene abajo. Nuestra moneda se convirtió en un cubo de hielo abordo de un sistema de calefacción, y mientras yo escribo y usted lee, se sigue derritiendo. Los venezolanos nos convertimos en el menú preferido de la violencia, y se siguen reproduciendo esas maquinas de acero, ya no se sabe ni como llegar a viejo.

   Hablamos, comentamos, discutimos. País, inestabilidad, desazón. Todo eso en adjetivos y señalando a distintos sujetos. Es muy fácil quejarse desde el confort de nuestro hogar. La comodidad y la flojera suelen ser unos de los mayores afrodisíacos para este país. La solución se encuentra en nosotros mismos, hablamos mucho y hacemos poco, el país se nos viene y luchamos mas por nuestros equipos de béisbol que por el país que todos queremos ganar. La política ha separado tanto al pueblo venezolano que olvidamos que todos tenemos el mismo objetivo: Una Venezuela coherente.

    Estamos en un país para vivir, no para sobrevivir y Venezuela es un Estado fácilmente mejorable si todos ayudamos. Debemos ser voluntarios de un mejor país, estoy seguro que si todos nos unimos, mas temprano que tarde mis lineas comenzaran de esta manera: "Había una vez un país que aprendió a caminar..."

domingo, 3 de noviembre de 2013

Domingo De Pandora

   Este día bosteza entre una hora y la otra, sale a comprar el desayuno y camina en pijama por la sala... se acuesta, ve un par de películas y vuelve a bostezar. Pues sí, indudablemente, hoy es domingo. Nadie se puede resistir a estos domingos de noviembre, es satisfactorio descansar lo acumulado desde el lunes y lo que sobro del viernes. Abro las cortinas, deslizo las ventanas y ahí está el regalo de cada domingo: La ciudad. Como una mujer preciosa, sencilla y calmada, así se encuentra la ciudad desde mi ventana los domingos. Sin el ruido de los autobuses, sin gritos inmorales, solo el cantar de unas cuantas aves y los rayos del sol matutino, y por un instante todo es como debería ser. Pero ni un domingo puede escapar de la realidad venezolana.

   Había un problema en mi ventana, algo rompía el paraíso de silencio y luz. Miré hacia abajo y era increíble, una fila kilométrica de personas, abuelos, mujeres embarazadas y hasta con niños. Algunos cargaban una franela roja del Partido Socialista Unido de Venezuela. Tierna ironía. 

   El supermercado se encuentra a cuatro cuadras de mi casa pero una frase estaba muy cerca de mi boca "Aquí sí que hay patria". Baje a comprar el desayuno y mientras disfrutaba una clásica empanada revise el periódico. Ahí estaba la muerte como un artista en pleno debut, un día de tantos va a salir en la sección de farándula como la más popular de Venezuela. La que no pela una fiesta, la que está en todos lados. No importa cuántos cauchos quemen o cuantas calles tranquen los asesinatos siempre le ganan los titulares a la vida. Y las cifras siguen creciendo. De vuelta a mi casa no soporte la curiosidad, me ganó el candor. Le pregunte al último en la fila que para qué era la cola, el señor, apoyando su respuesta en un bastón me dijo: ¿En este país? Hijo, en Venezuela esta cola es para todo. 

   Los noticieros admiten que no nos tienen buenas noticias, pero dicen que la situación mejorará... en unos cuantos años. Los periódicos son menos optimistas, pero no los culpo, ni siquiera tienen papel para reproducir sus noticias. Capriles dice que el tiempo de Dios es perfecto y varios dicen que han visto a Dios caminar entre escoltas por nuestras calles.

   Venezuela es como la caja de pandora. Al final, luego de que se desataran todos los males, lo único que quedó fue la esperanza.

domingo, 27 de octubre de 2013

La Muerte Para Empezar

   Hace unos cuantos días en una clase de la universidad el profesor nos envió a leer un libro de Fernando Sabater del cual su primer capítulo llevaba por título "La Muerte Para Empezar". Es un libro que te obliga a no solo pensar sobre la vida, sino filosofar sobre ella. Denota en uno de sus tantos párrafos que ya vencimos a la muerte el día que abrimos los ojos, que ya derrotamos a ese desconocimiento infinito el día que nacimos. En otro párrafo señala que la conciencia de la muerte nos hace madurar, el saber que vamos a morir es en realidad lo que nos hace mortales, en fin, este libro deja muchas interrogantes caminando por nosotros, pidiendo a gritos ser contestadas.

  Pero hay una parte del libro que me intrigó mucho. Dice que “La muerte propia produce temor, pero la muerte ajena produce dolor” Esto sigue haciendo eco en mi mente por el hecho de que por esa frase nosotros, los venezolanos, nos salimos del margen que establece el libro. Nosotros escuchamos a diario comentarios sobre asesinatos de otros venezolanos y lo decimos como si ya fuera costumbre, como si el país se fuera amoldando a las balas en el rostro. No me quiero imaginar cuantos gatillos se han apretado o cuantas gotas rojas han caído al suelo, yo quiero que dejen de quitarle la vida a nuestra gente.

   ¿A dónde se fue nuestra sensibilidad? Vivimos en un lugar donde hasta por un reloj te puede quitar el derecho más fundamental que es la vida. No podemos seguir viviendo en una cuenta regresiva como esta.  


   Existe una gran diferencia entre el que se murió y el que mataron, nadie debería ser capaz de quitarnos nuestra vida. Hay que despertar nuestras ganas de vivir, nuestras ganas de luchar, nuestras ganas de conocer un país seguro. La tolerancia no se debe asomar en estos asuntos. Si la muerte es para empezar y por lo visto también para terminar, hagamos que la vida sí valga la pena.

   Venezuela, te quiero segura.

domingo, 20 de octubre de 2013

Educación Juvenil

   Les confieso que escribo esto con mucho respeto hacia todos los padres, docentes y hacia todas las personas que difieran de mi opinión. Ser padre es, considero, un conocimiento estrictamente empírico, pero muy genuino porque es una responsabilidad que, en la mayoría de los casos, se acepta con lagrimas de felicidad. Yo pienso que ser padre es la mejor profesión del mundo, ni siquiera me puedo imaginar el placer que debe causar sentirse orgulloso de un hijo, o mejor aun, el gozo de saber que tu hijo se siente orgulloso del padre que tiene. En fin, ser padre es una montaña rusa de emociones, responsabilidades y acciones que deben ser controladas juiciosamente, porque el querer lo mejor para los hijos implica saber qué es lo mejor para ellos.

   "¡Ningún hijo mio sera maestro, tú seras un gran doctor!" Así empiezan uno de los errores más grandes de los padres. Atribuirle grandeza a un doctor pierde coherencia cuando se la restan a un docente, los niños siempre hablan con más preguntas que respuestas, de hecho, la niñez es un territorio minado de preguntas que vamos contestando a medida que vamos creciendo y esto forma nuestras aspiraciones, lo que "queremos ser de grandes".

    Docente. Esa es una palabra frágil que en este país siempre está en emergencia, se tambalea de lado a lado sin conseguir ningún equilibrio. Al detenernos por un momento a observar los rincones mas precarios de la geografía venezolana nos damos cuenta que la pobre e insuficiente educación de nuestro país tiene como consecuencia un virus de violencia, marginalidad, pobreza y exclusión que se va expandiendo como cuando lanzamos una piedra a una laguna calmada. Justo allí, en los barrios y urbanizaciones, en donde camina el venezolano promedio es en donde se representa la emergencia educativa que hay en Venezuela. Y todavía no encontramos solución a esto.

   Aquí hay que incentivar a los maestros. Si la base de toda persona es su educación, ¿Cómo impulsamos a un país sin bases? Necesitamos personas que se apasionen con su trabajo, que le pongan almohadas a su paciencia. Necesitamos buenos profesores en los colegios, escuelas y universidades publicas. Cada día la educación tiene más problemas por resolver, este oficio tiene una enorme responsabilidad social. Hay que urdir sin presión pero con excelencia, entre padres y profesores, el futuro de nuestro país, lo más importante. Lo nuestro. La educación juvenil.


domingo, 13 de octubre de 2013

Están Matando Al Futuro

    Él va caminado sin pensar que unos metros atrás está su fecha de caducidad, los segundos empiezan a pasar más lentos y el ambiente se pone tenso. De esas veces que sabes que algo esta por suceder y de repente, sucede. Él siente el golpe frío de una bala atravesando su cuerpo y acto seguido cinco balas más van de nuevo hacia su integridad física. Sin piedad, sin censura. Te mato una vez, pero no estoy satisfecho, lo hago cinco veces más, soy la realidad venezolana, soy lo que pasó dentro de una universidad. Y él, era un estudiante.

   Uno llega a un punto en el cual ya no desea escribir, no porque la imaginación este limitada o se haya acabado, sino porque es triste escribir sobre problemas y más problemas, pero si las universidades no logran escapar de la realidad del país, pues, las letras tampoco lo harán.

    Este año el país se levantó del lado izquierdo de la cama, inflación, escasez y delincuencia han abundado desde entonces, pero, vamos a estacionarnos en el problema y a ponerle un poco de coherencia empezando por esta pregunta: ¿Es que acaso un pueblo que logra soportar inflación, escasez y muchas muertes, no es capaz también de encontrarle una solución a estos problemas?

    No hay fe que no incluya dudas y en este momento esas dudas son muy grandes, compañeros, ¿Dónde esta el limite de esto? Ya quedó comprobado que podemos soportar este presente, si, si podemos, pero lo que no podemos soportar: Es que no haya futuro. Y esta semana murió un futuro y asaltaron a dos más. Todo eso en un mismo día, en la misma ciudad, pero en diferentes universidades.

   Detengamos esto, están matando al futuro.

domingo, 6 de octubre de 2013

Compromisos

   Mi nombre es Juan, tengo 29 años. Soy victima de un país con crisis económica, estoy preso de un sueldo no mínimo, sino, diminuto. Pero de algo estoy seguro, esto va a mejorar. Tengo mis ideales tatuados en la piel, mi obligación es cumplir con toda persona con la que me comprometa, serle fiel a mi pareja, a mis principios y a mi país.

La situación estaba muy mala... mi esposa, Gabriela, no ha podido comprar la lista de útiles para los niños. "No hay plata, no alcanza, vamos de mal en peor" -Las frases más repetidas en mi casa, ¿Cómo hace uno para vivir en el sótano de un sueldo insignificante, ante una inflación del tamaño de un rascacielos?

Llevo cuatro años trabajando en una empresa de repartidores. Cuatro años con el mismo cargo. Cuatro años con el mismo sueldo. En estos últimos días han estado botando empleados, parece un ritual, los llaman a la oficina del jefe y de inmediato le gritan ¡Despedido! Un día de tantos me llamo mi jefe a su oficina, con nervios entre y me senté, él me miró y me dijo:

-Juan, ¿Cómo estas? Ya es hora de ascenderte, necesitamos a alguien que pueda encargarse de la gerencia de esta sucursal, ¿Estas dispuesto?

¡Rayos! Mis emociones estaban saltando de alegría, por fin podría darle una mejor vida a mi familia. Esta oportunidad no la puedo desperdiciar. Pero la felicidad, en este caso, duró poco... antes de que pudiese responder mi jefe agregó:

-Ah veo que te has contentado, se te nota en la mirada. Pero Juan, para asumir este cargo debes hacer un pequeño cambio en el informe de entregas. Recibirás 29 paquetes mensualmente pero notificaras que solo te llegaron 20. Es un pequeño cambio, nadie se percatara. A lo que respondí:

-Señor, ¿Usted me esta pidiendo que engañe? ¿Que robe?

-Solo digamos que es... una pequeña ayuda para la empresa. Ya sabes como esta la situación del país, debemos enriquecernos de una manera u otra. Te doy dos días para que lo pienses.

Salí de la oficina y en la noche le comente a mi esposa la situación que me apretaba. Después de una larga charla me dijo: Haz lo que creas correcto, pero recuerda que siempre hablas de tu compromiso con la sinceridad. Imagina lo que serías si aceptas o no aceptas el trabajo.

Pasaron los días, volví a la oficina y con mucho valor le dije a mi jefe:

-Ya tome una decisión, lo siento mucho, pero no puedo aceptar su propuesta. Mi jefe asombrado respondió:

-Juan, ¿Estas consciente de que vas a perder tu trabajo si te niegas a esta oferta?

-Si señor. Pero prefiero seguir mis ideales, no romper mis compromisos y seguir siendo un hombre de palabra. Tanto usted como yo queremos prosperar, pero esta no es la forma. Por lo menos no es mi forma. Si para surgir, tengo que engañar, prefiero trabajar en otro lado. Lo siento mucho.

-Juan... felicidades, es usted el nuevo gerente de esta sucursal. Pasaste la prueba, necesitamos a alguien en quien confiar, alguien que no se desvíe por la ambición. Hemos hecho esta prueba con mas de siete empleados, y ni siquiera lo piensan, aceptan engañar a las demás personas de inmediato. Gracias por tu sinceridad y compromiso, nos vemos mañana... gerente.

La vida le pone pruebas a nuestra integridad moral y como toda prueba tiene sus recompensas, recordemos siempre que la sinceridad abre más puertas que cualquier llave maestra, que un compromiso se basa en hecho y no en palabras y que solo cuando las cosas se hacen bien, cosas buenas pasan.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Soy Venezuela

   Hablo más de lo necesario y digo que hace calor a cada rato. Si conversas cinco minutos conmigo ya eres mi pana, saludo con la mano derecha y con la izquierda brindo. Soy ocho estrellas y un tricolor, soy los mejores chistes, soy una palabra larga. Soy mi olfato persiguiendo un buen olor, soy seis miss universos y dos seguidos, soy el sonido de cuatro cuerdas y el sabor de una rica hallaca.

   Soy un sol brillante en pleno invierno o la sonrisa de un abuelo cuando ve a su nieto. Soy el invitado de la fiesta que sabe bailar de todo, soy picardía y astucia. Soy, el talento que espera ser descubierto, soy como el número 18 cobrando un tiro libre, soy ese atardecer junto a la persona que amas. Soy la estrategia de Bolívar y el esfuerzo de Páez.

   Soy sinónimo de esperanza, soy un borde repleto de olas, soy una arepa a las nueve de la mañana. Ese progreso que tarda pero llega, yo soy el que prefiere morir de pie. Mi amor es sincero, por eso aguanta tantos golpes. Soy un país de ricos pobres, soy una cerveza fría bajo el sol de Maracaibo. Soy ese que se levanta con un "si se puede" estacionado en los pensamientos, la sangre de la ciudad, el corazón de un país.

   Me dicen travesura infantil, y estupidez política. Soy la ocurrencia tangible, soy la sonrisa de los viernes y la queja de los lunes. Una lista de espera, un nombre tachado, un sueño borrado. Soy pecas y lunares, soy cuerpo y merengue. Soy el humilde que lucha a diario, soy el que se persigna al llegar a casa. Soy el cambio que quiero para el mundo, soy, venezolano.

domingo, 22 de septiembre de 2013

El Principito


   Cada vez que tengo ansiedad de leer y no tengo un libro nuevo, leo: "El Principito". Lo he releído un montón de veces. Me sé sus párrafos e imagino la voz de los personajes. Supongo que es una inconsciente manera de buscar ese niño que, como dice en el libro, todos fuimos alguna vez.

   Para mí, ese libro se trata de todo lo que se puede hacer por un amigo y de cómo puedes cambiar la vida de alguien. Recorrer varios planetas, llevar una promesa como morral a todos lados, darle cuerda a la imaginación y no desistir cuando algo se ve difícil (Como todos actualmente). Yo pienso en El Principito cuando la vida se complica, porque enseña lo frágil que es un problema cuando tu objetivo se solidifica.

   Muchos dejan pasar buenas oportunidades, oportunidades que son únicas en la vida por miedo a fracasar. Para qué estudiar derechos en un país donde no los hay, por qué perderé mi tiempo cumpliendo las leyes cuando los demás no lo hacen, para qué esforzarme y hacer que las cosas queden perfectas, si es suficiente con hacerlo bien y ya. Estas y otras excusas son las que nos llevan al conformismo o mejor dicho, al fracaso.

   Yo prefiero construir un país, verlo crecer, domesticarlo. Ser paciente y sentarme cada día un poco más cerca del éxito. ¿Que por qué hay que cumplir las leyes cuando nadie lo hace? ¡Por esa misma razón! Hay que recordar que lo esencial, como el éxito, el amor y la amistad, son invisibles para los ojos pero tangibles para el corazón, que el tiempo que perdemos luchando por tener un mejor país es lo que lo hace importante y que la unión y el respeto tanto a las leyes como al prójimo, son los únicos métodos por los cuales podemos alcanzar lo que soñamos. Yo sueño con poder decir todos los días: Ahora cada vez que veo una puesta de sol, sé que Venezuela se esta haciendo un mejor país.

Esta crónica es para ese niño que todos fuimos y para ese país que todos queremos ser.



"No se ve bien más que con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos" -El Principito.



domingo, 8 de septiembre de 2013

Coloca Una Sonrisa Aquí

   Las cosas no siempre salen como deseamos, a veces metemos demasiadas sonrisas en fotos frente al espejo y olvidamos guardar unas cuantas para cuando estamos muriendo por sentimiento, cuando las esperanzas están encarceladas en latas, cuando no hay luz, cuando estamos rodeados de gente, pero solos. Debería haber un banco para eso que llaman felicidad y que los momentos de alegría valieran más que el dinero. Pero las cosas no siempre salen como las deseamos...

   Que cerca estoy del país donde nací y que lejos estoy del país que sueño. Tengo mi cédula y en ella ahorro unos millones para cuando hagan falta, en ese rectángulo entra una foto con soledad donde pudo haber una sonrisa, un permiso para caminar libre por un país preso y un tatuaje que me delata, que me señala que no soy un nómada, que me susurra que no soy del norte y que me grita "VENEZOLANO".

   La cédula es esa mujer escuálida que te indica que si alguien tiene las uñas sucias es porque de trabajar viene, te enseña que eres un célula de América, la sangre de tus padres y el dolor de tu país. Te dice que camines por las playas, que desnudes las montañas y que beses las olas, te incita a enamorarte de esta tierra, te entrena para querer, te entrena para ser fiel.

   A mi no me preguntaron en que país quería nacer. No me consultaron al tatuar "VENEZOLANO" En mi cédula de identidad. No me explicaron la definición de frontera. Ni siquiera me hablaron de economía, inflación o delincuencia. Mucho menos me dieron la libertad de elegir si quería ser hijo de un rico, un actor de cine o alguien con libertad económica. A mi solo me enviaron una solicitud para nacer y yo acepte como a quien le regalan oro.

   Puede que esto carezca de sentido pero hoy, aun en esos momentos en que la vida se pone los guantes de boxeo y empieza a practicar con nosotros, me siento feliz de llevar este tatuaje en mi identificación porque me ha enseñado a luchar por lo que quiero, a querer, a escribir, a aguantar y sobre todo a nunca dejar de avanzar. Que si se va la luz no veré mis miedos, si se va el agua iré a un rió y si no hay nada que hacer escribiré un libro, pero no pienso perder tiempo por los golpes de la vida. He aprendido a esquivarlos.

   Yo me atrevo a sonreír. Y que le sirva al que no tenga esperanzas o al que este solo, que cuenta con un país, que cuenta con alguien, que cuente con sus ganas de salir adelante que tienen mas fuerza que cualquier golpe. Yo me atrevo a colocar una sonrisa aquí, y usted, ¿Haría lo mismo?



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domingo, 1 de septiembre de 2013

Mientras Tanto

   Es martes. Cae, como es de costumbre, una cadena en el televisor. Aparece Nicolás Maduro en el populoso barrio de Petare al este de Caracas. Se le nota cansado, ojeras tan oscuras como las fallas de luz en la noche, arrugas como grietas en nuestras calles y hasta sospeche de unas cuantas canas. La presidencia puede ser una pócima de envejecimiento.

   A Nicolás le falla el verbo, no halla el adjetivo correcto, quizá el idioma le esta pasando factura por lo de "millones y millonas". Habla de multiplicar la formación artísticas en los estudiantes de bachillerato, pero por alguna razón, sus promesas no riman con sus planes. Sus palabras van a contravia y no hay ni una gota de carisma en su vocabulario. De pronto, de forma espontanea, hace lo que ningún político había podido hacer antes: Mezclar "Cristo" y "Penes" en una sola oración.

   Nuestro presidente es un golpe al idioma, un error continuo, una gotera constante. Nicolás se ha convertido en una bolsa de calorías e inercia. Pero en algo ha mejorado: Sus insultos. Maduro se ha convertido en un maestro de insultos y logró que la ofensa vaya incluida en el kit de un "Verdadero revolucionario" Inyectándole a sus seguidores esa costumbre de agredir al que difiera de su pensamiento.

   Venezuela es presa de un derrumbe social y económico y ya no tenemos con que cubrirnos. Somos esclavos de un sueldo mínimo, prisioneros de cuatrocientos dólares anuales y vemos en primera fila como apedrean al país.

   Todos dicen que un día saldremos de esto, que vienen tiempos buenos, y yo no lo dudo, pero, ¿Qué hacemos mientras tanto?

   

domingo, 25 de agosto de 2013

Ese Viejo Amor

   El amor por tu tierra ese delirio por tu país, se crea cuando te das cuenta que llevas a Venezuela en la sangre. El país relata el fondo de mi vida, lo que esta detrás de lo cotidiano, no necesito salir de él para autentificar su importancia, yo estoy sumamente consiente del valor que tiene Venezuela y aunque debido a la inseguridad he tenido que exiliarme de algunas partes de este país sigo siendo un espectador de su belleza diaria. Se trata de esperar lo inesperado.

   Este es un amor viejo porque ya ni recuerdo cuando empezó, aquí crecí, aquí he sido noctambulo y peatón, aquí aprendí del amor y la mentira. Aquí intento ser escritor y aquí sigo, luchando por cumplir metas... creo que una de las metas mas importantes de Venezuela es lograr un cambio social, hoy en día la gente pasa por la calle como el amor: sin pedir permiso. Se golpean, chocan hombros y hasta hacen un ping pong de insultos. El país suda violencia.

   ¿A dónde fue el respeto? Nosotros no somos solo un costal de huesos con groserías y ambiciones, nosotros somos futuro, somos un país de hermanos, donde sin saber tú nombre llega alguien y te abraza gritando "¡Paisano!". Tenemos que hacer de Venezuela, un país transitable para todos.

   Este amor me ha enseñado el verdadero concepto de fidelidad, no se es fiel simplemente por respetar una relación sentimental. Ese es solo el comienzo. Fidelidad implica apegarse a los principios que nos rigen, serle fiel a nuestras creencias, costumbres y sobre todo, a nuestra felicidad. Hacer todo para respetar nuestra integridad moral, sin hacer caso a tentaciones que son solo placeres temporales.

   Yo cargo una mochila de honestidad encima debido a los consejos y regaños de mi madre que inhabilita mi capacidad de mentir y admito: Le he sido infiel a mis principios, pero la mejor inversión que hizo Dios fue colocar el perdón de un día tras otro. Si hoy fallas, inténtalo de nuevo mañana. Es hora de empezar a escribir este país con paciencia y respeto, como alguna vez trataste a ese viejo amor.


domingo, 18 de agosto de 2013

Resaca

   En los viernes por la noche caben besos, sonrisas y ese perfume que algunos llaman amor. La ciudad empieza a convertirse en un montón de luces brillantes, música y alcohol. Y el país, aprovechando que esta en Margarita decide salir a beberse su insomnio. El reloj apunta las diez con cuarenta, entra a un bar, paga dos cervezas, -Porque Cuba le pidió una- y se sienta en una mesa a ver lo que trasmite el televisor del bar.

   El martes acusan de homofóbico a un diputado, lo que resulta un halago comparado con lo que en realidad es. Luego un obeso al que llaman presidente dice que hay que luchar contra la corrupción, y el país piensa: ¿Sera que este ahora se va a pegar él mismo? Y finalmente, el viernes hay mas de diez venezolanos muertos, solo en la capital. La justicia se nos escapa como liebre entre los pies.

   Van más de diez cervezas y el país se siente mareado, ya su hígado no es el mismo y para colaborar con su melancolía un poeta le escribe un párrafo en una servilleta, que decía así:

   Venezuela, quiero más que tus playas, quiero ver como ves a tu gente progresar y como endulzas los problemas con tus amaneceres. Venezuela, yo quiero estar junto a ti toda mi vida, que ninguno de tus hijos diga "Me quiero ir de aquí" y hacer de ti un mejor país. Que la pluma del progreso escriba una nueva historia para ti.

   El país le da golpes a la pared, hace pucheros y se tapa los oídos, deja su cerveza en la mesa y no da propina porque ya no hay dinero. No hay transito, se tiene que ir a casa caminando. Se tambalea de un lado a otro por las calles de Margarita, parece que se va a caer. El desequilibrio es su sinónimo y yo que voy pasando por la misma calle, lo miro y murmuro: Que borrachera de problemas tan grande carga Venezuela encima... y lo peor, es que somos nosotros quienes pasamos su resaca.

 

lunes, 12 de agosto de 2013

Ventana

   Las hojas en blanco están empapadas de todo, en ellas reposan todos los escritos del mundo. Solo hay que despertarlos o, mejor dicho, hay que saber despertarlos. La soledad de estas hojas arremete contra mi imaginación, me obliga a asomar ideas. A afincar el negro sobre el blanco y a colocar coherencia en cada pagina. Una hoja en blanco es la ventana mas amplia del mundo. Y si te llega a deleitar este paisaje estas condenado a un idilio nuevo todos los días.

   Desde pequeño he vivido en edificios y para torturar a mis calorías siempre ocupo un piso elevado. Uno de los últimos si es posible, donde uno puede observar el sótano del cielo si mira hacia arriba y toda la ciudad si mira hacia la ventana. Desde aquí vigilo mi ciudad y aunque se ve igual a diario, siempre se escapa uno que otro acontecimiento forajido e inédito.

  Lo primero que podemos contemplar en mi ventana es ese rayo de sol el cual he programado como despertador diario. Parece el prefacio de cada día. Al fondo están las montañas, cada una pide permiso para poder verse, la neblina se puede convertir en una aduana en los amaneceres de julio. He comprendido que Puerto Ordaz es una mujer preciosa que se deja querer con el tiempo, el que entra en ella y es capaz de poner sus manos a remojar en el esfuerzo, lucirá el éxito como quien viste de etiqueta.

   Llega el medio día y el trafico hace de las suyas. Ves a la derecha y una tormenta enorme se aproxima velozmente, el frió empieza a parecerse a esa melancolía satisfactoria. "Mi amor, hay cola" se lee en la pantalla de un Blackberry. Todos miran el reloj. Hoy muchos llegaran tarde, pero la ventana, me esta regalando un poema.

   La tarde cae sin previo aviso y sientes que ya nadie sabe a donde va. El atardecer le resta cordura a la ciudad. El jueves ya ha de estar celoso, uno pasa sus 24 horas pensando en el viernes. El sol se apaga y la luna sale a mostrar su nuevo rostro, su nuevo brillo y porsupuesto, a perseguirnos. Viene la parte romántica del día.

  Y aquí esta la ventana mas amplia del mundo, esta hoja. Se trata de ver más allá, del papel o la pantalla es, al estilo de García Marquez, leer lo que nos da la vida e interpretarlo... de la mejor manera posible.

domingo, 4 de agosto de 2013

Por 4 Bolívares

   Era una mañana común, como cualquier otra. Excepto por el sol, ese catire de allá arriba había amanecido más brillante que nunca. Ella se llama Sasha, alcanzo diecinueve primaveras este veintitrés de abril, se levanta, limpia sus dientes, juega con su cabello y hasta sonríe frente al espejo. Prepara su habitual desayuno, lo pasa con cóctel de diuréticos, y voltea la pagina de una revista fiitness. Carga en su iPad las cordales de Asier Cazalis. Busca sus nuevas licras, esas que compro a mitad de precio y le sacan brillo a sus caderas. Coloca una cola en su dorado cabello y se pone una de sus mejores sonrisas. Hoy luce sensacional, hasta el catire se dio cuenta.

   Sale de su casa y como es de costumbre, espera el bus en la parada. Se le antoja un chicle. Su paladar le exige ese sabor a menta fresca y ella, lo complace. Pero para su sorpresa, el chicle que antes costaba 10BsF. Ahora cuesta el doble. Piensa: No importa. Y lo compra. Llega el vehículo, se monta y empieza a buscar dinero para el pasaje mientras su boca disfruta el sabor del Trídent que acaba de adquirir. Sasha se percata de que el chicle la dejó sin efectivo. Que mal sabor. Se acerca su parada, los nervios le saltan encima. ¡Vas a pasar pena por no tener 4BsF! Dice una voz en su cabeza. Pero de repente recuerda que hoy tiene que pagar la mensualidad del gimnasio y exclama: ¡GENIAL! Hoy metí dinero en mi koala para pagar la mensualidad. Saca uno de los billetes de 100BsF. Se baja y paga. Pero luego la cosa se pone peor y en voz baja pronuncia: ¿Ahora como voy a pagar el gimnasio si descomplete el dinero? Y para desatino de suerte el colector del autobús me dio menos dinero del que debía. Muchísimo menos. El catire se empieza a reír de Sasha.

   De pronto, su mirada se llena de malicia y dice: Me canse de este mal día, voy a jugar "A lo venezolano". Sasha lleva, como dice Asier, el edén en el sostén. Y gracias sus nuevas licras, el infierno en sus caderas. Afila su mirada seductora. Le pone un ritmo a su cintura, ese que solo las venezolanas dejan al pasar cuando caminan. Acomoda su audífono izquierdo, y se prepara para un piropo. "Hola preciosa, ¿Te puedo ayudar en algo?" Dice el vigilante mientras mira el busto de Sasha que se encuentra dos décadas menor a él.

   El problema de vivir bajo un gobierno corrupto, es que te obliga a delinquir.

   Sasha no volvió a pagar la mensualidad de su gimnasio. Ahora en su iPad solo suena "La Veterana" y el catire sigue viéndola, pero ahora sin regocijo. Ella presume de su supuesta venezolanidad y le comenta a todos artimaña. Que mala costumbre esa de creerse mas pila que los demás, mientras que un colector de autobús te roba 90BsF.

domingo, 28 de julio de 2013

Un Año Más

   El pasado jueves 25 de julio una de las mujeres más hermosas de Venezuela estuvo de cumpleaños, y no pude desperdiciar la oportunidad de asistir a su festejo. Al entrar a su fiesta de inmediato hay que moverse a su ritmo. Ella baila de todo, pero te puede pisar el pie en cualquier momento, a veces podría jurar que siento el peso de su mirada y la risa de sus travesuras... Caracas es un dama con paso acelerado.

   Esta es una mujer golpeada que esconde sus moretones con el maquillaje de su paisaje. Esta ciudad es excesivamente hermosa, no hay quien pueda decir lo contrario. Aquí se forma una canción en la cual Caracas pone el ritmo y sus habitantes la letra. Es una obra de arte. Pero ha sido maltratada.

   De niño yo definía a Caracas como la ciudad de la publicidad. Habían demasiados anuncios; en cada pared reposaba una propaganda. La ciudad no solo era un comercial, sino un comercial bastante bueno. Bajo mi criterio, una de las mejores formas de festejar a una ciudad tan lonjeva como esta es, sin duda, desnudandola. Recorrer su mapa, trazar una linea, admirar su atardecer y respirar en sus pulmones. Todo con la compañia de una camara que es esencial para este tipo de cumpleaños. Pero para mi sorpresa, la fiesta termino temprano.

   Es dificil conseguir una pared de Caracas sin una consigna a favor del actual gobierno o en honor al ex presidente. La delincuencia no descansa, y la pulcritud se fue de viaje. No se encuentra el respeto de un ciudadano al otro, el problema social que afronta Caracas es tenebroso. Al paso que va, ni siquiera habrá quien quiera escribir un epitafio para la pobre Caracas.

   El pronostico de Caracas es una situación austera y no han sido suficientes cuatro siglos para desmentir esto. Esta ciudad no nace el día que la construyen, Caracas nace, el día que la empecemos a cuidar, aquí no hay medicamento que alivie, lo que solo un cambio social puede lograr. Venezuela ha sido escrita mil veces pero pocas veces, ha sido querida.

   La unica consigna que necesita Caracas en sus paredes es: Ayudenme.



domingo, 21 de julio de 2013

¿Mi país?

   Creo que la última vez que estuve con él fue en un partido de la Vinotinto. O en un lunes a las seis de la mañana mientras entonaba el "Gloria Al Bravo Pueblo". No tengo idea de dónde puede estar ahora. Sólo sé de ese espacio con petróleo en el norte de Sur América que empieza a caminar cada vez más despacio y a veces se tambalea. Otra cosa sé: La esperanza se nos está poniendo vieja, no me colma de ánimos como antes. Yo ya no tengo Whisky para soportar esto y probablemente ustedes no quieren que siga escribiendo, de lo que ya ustedes saben.

   Empecé a escribir en forma de desahogo. Y desde ahí todas las semanas hago un casting de sustantivos y paso horas con una lupa en busca de su adjetivo correcto. Pero últimamente los problemas me tienen congestionado. Escribo sin tomar aire, como corriendo. Mi lápiz ya no encuentra un sinónimo correcto para esta epidemia.  Hasta se me olvido cuando fue que se nos empezó a enfermar el país. Pero si sé que uno de los primeros síntomas fue cuando le pusieron un concepto errado a la palabra "Patria". Venezuela necesita una alta dosis de sosiego.

   Venezuela, a pesar del síndrome de la caducidad que ahora padece, deja en el turista un buen sabor de boca. Allá afuera este pedazo de piel americana arde. Grita por su exploración, demanda ser recorrida y todos sus hijos deambulan por sus costados sin saber, verdaderamente, la riqueza que yace debajo de sus pies. El que patea cada rincón de este país corre el riesgo de enamorarse.

   Vivimos esas sabanas que parecen interminables, nos deleitamos con las montañas y playas, y recorremos las desgastadas carreteras. Vamos desnudando de a poquito el mapa, solo por el placer que nos proporciona, saber que esto es nuestro, sentirnos parte de algo importante, saber que somos venezolanos. Una sonrisa se nos empieza a columpiar en la memoria.

   Este país se tiene que leer entre lineas, hay que descifrar sus pausas y colaborar para que suene la paz en cada vocal de Venezuela, de esta manera evitamos sepultar la incandescencia de esta tierra.

   Permítanme brindar por el maravilloso espectáculo de país que tenemos. Como les dije, ya no tengo Whisky, así que brindaré con el corazón porque he descubierto que ahí es donde siempre esta, y estará, mi país.





domingo, 14 de julio de 2013

Cicatrices

   Son esos tatuajes sin tinta, marcas que son para siempre, el reflejo de un acontecimiento, letreros que dicen "Aquí sucedió algo". Lo más peligroso que puede haber en la vida es, indudablemente, intentar vivir. Por eso es tan divertido. Conocemos el dolor para saber valorar el bienestar, y la melancolía para pagar los lujos que nos proporciona el amor. Nadie pasa por la vida sin probar lo amargo de la soledad y lo dulce de la compañía. Una cicatriz es la víspera de una caída, y el festejo de un nuevo levantar. La tinta indeleble que dejó regada el tiempo.

   Según la Real Academia Española (RAE) las cicatrices son las señales que quedan en los tejidos orgánicos después de que una herida ha sido curada pero, para mí, este es solo un tipo de cicatriz. Las cicatrices no siempre nacen en la piel. Hay personas, momentos y hasta lugares que crean cicatrices y estas dejan un tatuaje en nuestra mente que hacen que absolutamente nada sea igual desde ese entonces, que no haya un día en el cual no volteemos a  ver ese raspón de la mente, ese descuido del tiempo, ese regalo de la vida. 

   Las cicatrices son marcas que al instante pueden doler, pueden hacer que nos sintamos abandonados y hasta desvalijados pero nos conceden el privilegio de nunca olvidar. Una cicatriz la puede causar un amor de los buenos, la perdida de alguien importante o uno de esos momentos en los cuales nos ponemos en peligro para defender lo que queremos o lo que es justo.

   Las grandes historias no se hacen solas. Venezuela está llena de personas que quieren un cambio, una mejoría. Pero carece de valientes que hagan ese cambio realidad, que se arriesguen para poder construir un futuro, quebrar lo común y establecer cicatrices. La receta para una cicatriz no es parlotear, uno no va a sacudir las manos y entonces van a aparecer cambios como por arte de magia. Las cicatrices consisten en rasgar el presente, esa página en blanco. Y hacernos notar.

   Siempre hay que dejarle una ventana abierta al éxito, no hay que darnos por derrotados ni aun estando derrotados. No hay que darnos por prisioneros, ni aun siendo prisioneros. Solo así aprenderemos que de migas se construye el porvenir.

domingo, 7 de julio de 2013

Recuerdos De Fin De Semana

   Este viernes me desperté del lado alegórico de la cama. Con ganas de caminar los pasillos de mi mente, de derramar pasado por los pasillos de la casa. Yo creo que una gran parte de los enormes privilegios de estar vivo es, indudablemente, recordar. Hojear el pasado, escuchar una vieja canción, transportarnos hacia ese buen partido de fútbol con los amigos, regresar al sabor de nuestro primer beso, a ladrenalina de nuestras aventuras, volver a la majestuosidad de un paisaje o a la simplicidad de un viejo chiste. Al frío de la soledad o al calor de un buen abrazo y de manera espontánea, desenvainar una sonrisa.

   Y luego de la sonrisa, entramos sin mapa en una isla de recuerdos. Recuerdo más diciembre que enero, más viernes que lunes, más sonrisas que llantos. Recuerdo  aquelldama que se llevo mis ojos en su cintura, y por supuesto, el díque obtuve mi cédula. Recuerdo haber aprendido a cocinar con mamá y a manejar con papá. Recuerdo la primera vez que el Ávila me esbozo una sonrisa, algunas cachapas saliendo de Maturín y unas horas de transito entrando a Caracas.

   Recuerdo cuando podíamos barnos en la lluvia sin tener que alojar enfermedades, comprar un desayuno con cuatro o cinco bolívares y caminar mientras la noche nos miraba. Recuerdo muchas elecciones, muchos candidatos, recuerdo cuando los golpes de Estado se daban en Caracas y no en Twitter. Hasta recuerdo cuando los políticos eran sinceros...  no. Es mentira, creo que eso nadie lo recuerda.

    Sospecho de un olor a soledad en mi camisa. La música triste opta por estrenarse. Uno le colocfelicidad al pensamiento y nostalgia la mirada y seguimos perdidos, extraviados en este mapa de recuerdos abstractos. Tergiversando momentos, usando eufemismos en los momentos  de desgracipara poner carcajadas donde hubo penas. Recolectamos la mayor cantidad de sigilo posible y lo metemos en lugar donde nos encontremos, agitamos con cuidado y como resultado, se nos empiezan a humedecer los ojos. A veces, al parecer, llorar contenta.

    Luego corremos hacia el cristal que dice "En caso de lágrimas, colocar una metáfora" y suena algo así:

    Hagamos de estos instantes, viajes en el tiempo, viajes que no pueden durar mucho ni poco. Viajes que no pueden afectar demasiado, pero que tampoco pasan sumisos debajo de la mesa. Viajes para sonreír, viajes para llover. Viajes para reírse del pasado, corregir el presente y preservar el futuro. Como todo en la vida, hay viajes buenos y viajes malos. Pero todos se recuerdan.

     Mi pasaporte ha expirado.

domingo, 23 de junio de 2013

Lluvia En El Sexto Piso


   En la ventana de la alcoba de un sexto piso, frente algunas estrellas, se encuentra una nena de diez años. Ojos grandes, marrones y preciosos. Reflexionando en el alba, con un desconsuelo que es más grande que su estatura. Pensando en lo que pasa, y, aun peor, en lo que pasara. El borde de sus preocupaciones reboza por una charla de sus padres que escucho a gachas sobre su crisis económica. Ella esta entregada a las montañas, a ese resplandor que empieza a afilarse. Y espera. Mientras tanto, el país sigue afuera -Al igual que la nena- espera. Quizá esperan que la noche se lleve los pensamientos vagos, que el brillo del sol ilumine sus problemas o, simplemente, quieren pase el tiempo para saber qué pasara.

   Ahí, en esos ojos, en esos grandes e inocentes ojos uno se pregunta, ¿Qué hace una niña de diez años pensando en los problemas de adultos, cuando debería pensar en sus problemas de niña? Es inevitable. Esto afecta a todo el país, y a la niña del sexto piso. El cielo se entristece al percatarse de lo que pasa en Venezuela. Ahora el país y los ojos de la niña tiene algo más en común: ambos llueven.

   Hace unos días me preguntaba si dentro de la vorágine que viste al país en estos tiempos, queda espacio para la existencia de una apología sobre los valores. Recordemos que estos, también han sido devaluados. El "Te quiero" que antes valía mucho, ahora no cotiza ni para un abrazo sincero. Ya no hay pasajes para hacer el amor. Hay escasez de sinceridad, encontrarla es todo una odisea y cuando se consigue, cuesta mucho. Las amistades más longevas se han ido deteriorando por el incremento del odio en la población. Y aun así, no le quieren subir el sueldo al amor.

   "Los países del Tercer Mundo suelen ser victimas de una gran carestía" Aquí todos se quejan, todos murmuran. Pero nadie piensa en mejorar. ¿Cuanto cuesta ser sincero?, ¿Es que acaso vale mucho decir la verdad? Si tomáramos por lo menos un ínfimo momento para recapacitar cada vez que vamos a mentir, engañar, falsificar, fingir, calumniar e inventar falsos acontecimientos, yo aseguro que, Venezuela, no sería un país del Tercer Mundo.

   Venezuela sigue dividida. Problemas aquí, el país allá. En Twitter siguen posicionando hastags en apoyo a un concepto errado de revolución, mientras tanto, en el país, siguen matando venezolanos a diario. Allá en Miraflores no se sabe quien manda, pero aquí en el país es más que obvio que manda la delincuencia. En el sexto piso sigue lloviendo todas las noches y el país, al igual que la niña de los preciosos ojos, espera un nuevo amanecer. Todos los días.

   Ya no recuerdo cuando fue que nuestro país comenzó a convertirse en una mirada hacia el alba, en la incógnita más tediosa, en la espera de algo, en un futuro en Stand-by, en la cumbre de un: ¿Qué va a pasar?

   Deseo que deje de llover cuanto antes.