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domingo, 3 de agosto de 2014

El Último Pedazo de lo Más Bajo del Arrecife.

    Es difícil hacer las cosas de la manera correcta, la fibra moral del venezolano se ha ido desgastando con el tiempo, hay rasgos y características propias y muy distintivas de la población venezolana que nos han empujado, sobre todo en la última década, a la vida en corrupción. Somos seres corruptibles, vemos la impunidad vistiendo a los maleantes y, peor aun, lo consentimos

    Esta es la manera en la que hemos reaccionado ante el acontecer diario que ha denotado nuestra historia como país, veo con muchpreocupación la erosión de nuestras instituciones y aunado a esto, la imagen de país que le damos a los anales del mundo. Pero por supuesto, no somos corruptibles por gusto, o por lo menos no del todo.

    Difícil no consentir las deficientes y desmesuradas políticas públicas de este gobierno en una cola de horas por comidcuando se es padre o, simplemente, cuando no se puede conseguir de otra manera. Cuando es estrictamente necesario. Imposible no sucumbir nuestras objeciones e inconformidades ante un sistema de "Justicia" del cual estoy avergonzado y que además, siendo estudiante de Ciencias Jurídicas siento limpotencia de ver a los poderosos romper de maneraberrante todo lo que enseñan con mucho esfuerzo en la Escuela de Derecho quienes están comprometidos con la ley y la justicia y elevan su práctica hasta la excelencia. Pero lsolución yace en nosotros.

    Es la libertad la necesidad más imprescindible para el hombre y es la ley lo que asegura llibertad de todos los hombres, colocando así, una frontera entre ser libre y delinquir; y hago énfasis en "todos los hombres", porque ya después de tantos golpes que se ha dado la humanidad debemos comprender un principio categórico: Solo puedo ser libre si todos somos libres. 

    Ahora bien, no se puede ser libre sin educación, sin conocer nuestros derechos y obligaciones, sin saber lo que ha pasado en otro periodo de la historia, sin leer lo que pensaban los ilustres y egregios intelectuales del pasado, sin tantear otras culturas y civilizaciones, no puede ser libre quien no escuchal que piensa distinto, quien no tiene capacidad de juicio, quien no dice la verdad y, por supuesto, quien no respeta la libertad de los demás.

    Por lo tanto propongo dejar de aislarnos en ciento cuarenta caracteres. Leamos, escuchemos, formemos un criterio, apoyemos a la causa que nos parezca -según nuestra educación y preferencia- correcta. Pensemos en nuestro futuro, y en el futuro de nuestros descendientes, los venezolanos tenemos que mirar mas allá del instante que vivimos, tenemos que darnos cuenta que la trampa que hicimos en aquel examen es culpable de muchas de nuestras incompetencias, que la mentira que dijimos o la verdad que callamos hoy impide que tengamos el futuro que queremos.


    La moralidad, el sentido de lo justo y la costumbre de hacer lo correcto se deben ejercitar de la misma manera en que se hace con un musculo del cuerpo, solo así podemos edificar la sociedad y el país que queremos. Yo propongo sincerarnos, dejarnos de efuemismos y esforzarnos por corregir todo lo que nos ha llevado a ser el último pedazo de lo más bajo del arrecife.

domingo, 22 de junio de 2014

Qué Soy

"Qué soy", me inspiró, Hector Manrique.

No soy actor para fingir una ideología, ni mucho menos un subordinado para callarla. Por eso es importante señalar con precisión las siguientes palabras.


No creo que a Mussolini le faltara talento o carisma, pero si valores y humanidad; al contrario de lo que dice el ejecutivo nacional, no soy fascista, lo repudio. Nunca me han gustado los cambios, mucho menos los violentos y radicales, por eso nunca me la lleve bien con Marx y ante sus ojos puede que sea de derechas conservador. De pequeño quería jugar futbol con Maradona, soy de izquierda (pero no pateo con la izquierda). Bobbio me parecía un miedoso, hasta que un lunes de junio por la tarde dije que el pueblo no sabe lo que quiere, en ese momento fui lo que odio, pero aprendí a no serlo más. Nunca me han gustado las peleas e incluso dando golpes soy más malo que Carmona, soy caprilista. No creo que la clase obrera deba ser subestimada, sin bigote, soy madurista. Aun escucho las viejas canciones de Roque Valero, Nuestra Historia por ejemplo, soy izquierdista melancólico. Eso sí, no paso un mes sin leer a Padrón los domingos, según el mismo Roque, soy de derechas extremista. Para mí el Estado es un mal, pero muy necesario, soy liberalista. Nunca me han interesado saber de los autos nuevos o celulares avanzados, en ese momento soy anticapitalista. Creo que la venganza es un asunto para resolver en los psicólogos, Mandela me daría un abrazo. Me parece muy atractivo el sistema de organización estatal norteamericano, justo en ese instante soy pitiyanqui imperialista. Prefiero el trabajo individual con esfuerzo que la repartición de tareas, pero nunca he vacilado para ayudar al prójimo con el resultado de mi trabajo; soy capitalista, pero comparto, solo ahí soy socialista. Creo que la libertad viene con responsabilidad y respeto, soy iusnaturalista. Nunca me han gustado las armas ni quienes creen que las fuerzas armadas son el servicio exclusivo de un partido político, soy civil. Celebrar este 24 de junio con el tricolor al frente de la casa, soy bolivariano. No soporto a quienes usan a Bolívar como algo que no es, no fue, ni será, soy claro. Creo que la verdad es transparente por eso no me identifico con ningún color cuando de política se trata, soy de centro. Las últimas cinco veces que he llorado han sido por este país, soy venezolano. Me indigna que maten gente y a rabiar por diferencias de pensamiento por eso para mí Venezuela es una y concluyo que un venezolano es todos los venezolanos y que no estaría mal, derrumbar las etiquetas y darnos un abrazo, quizás ahí nos encontremos todos.

domingo, 4 de mayo de 2014

Xavier, Otra Injusticia

Debo comenzar explicando que el ajuste drástico de las evaluaciones en mi universidad, alguno asuntos extracaadémicos y sobre todo la situación que nos impone día a día el país, han hecho que mi espacio para escribir a la semana se vuelva cada vez más pequeño. Es tanto lo que se ha reducido que mi lápiz sufre de claustrofobia y a mi teclado le ha caído polvo. Yo no pretendía escribir hoy, pero se me hace imposible callar ante esta injusticia.

Tiene, mejor dicho, tenía un bigote pronunciado. Del lado izquierdo era blanco y del derecho negro, su cabello era largo y abundante, llegaba hasta la mitad de su espalda. Yo no lo conozco, nunca he hablado con él, sé quien es por sus características que son, a mi parecer, unas de las más particulares de la universidad. Este ser humano, ciudadano y estudiante es Xavier Beckels. Hoy Xavier es otro de los cientos de apellidos detenidos, es el resultado de un Estado criminal. Es rabia, impotencia y llanto.

Le arrancaron el blanco de su bigote y el largo de su cabello, le quitaron el aire dejando morados en su cuerpo, le sacaron sus lágrimas y las de su familia. Su rostro ahora, esta en un lugar donde no hay luz. A Xavier lo veía casi a diario, era un desconocido para mi, y hoy su pequeño y efímero recuerdo me duele hasta las lagrimas. Somos humanos porque nos duele el prójimo, somos ciudadanos porque queremos ayudarlo, y somos estudiantes porque lo haremos. Su vida se ha reducido al tamaño de una cárcel. Es, ahora, inmóvil. Y se alimentará de insomnio durante mucho tiempo.

Necesitamos aprender a escribir libertad cuando otros griten agresión. Cuando se lee todo lo que le ha ocurrido a personas como Xavier admito que la impotencia hace que un caucho sea quemado, que una piedra sea lanzada, que golpeemos las paredes. En ese momento sudamos rabia. Pero después de todo por lo que hemos pasado estos meses creo de manera tajante que aunque las consecuencias del descontento sean enormes, hay que canalizarlas de manera que con determinación podamos cambiar el caucho quemado por la difusión organizada de, por ejemplo, el caso Beckels; y las piedras arrojadas por mecanismos de presión ante las instancia que cometieron esta injusticia. 

Hoy protesto, exhorto, grito, escribo e insisto por un Xavier y por todos los que, al igual que él, están amarrados a esta injusticia. Y que sepan lo tiranos que con cada voz que callen, con cada derecho que violen, con cada bomba que nos arrojen y con cualquier encierro, solo será otra gota que aumente nuestra rebeldía.

A Xavier lo quieren convertir en olvido. Pero eso jamás.

Quiero utilizar este espacio para pedirle a las autoridades de la Universidad Católica Andrés Bello, a los gremios y colegios, a la sociedad de Guayana y a todo el que pueda leerme que se prenuncien ante el injusto encarcelamiento de Xavier Beckles, estudiante de Ingeniería Informática de la Ucab Guayana,

Foto cortesía del Foro Penal Venezolano:

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lunes, 14 de abril de 2014

Un País En Construcción

Luego de 42 muertos de manera oficial, de más de 2,250 procesados penales. Luego del encarcelamiento de Enzo, Daniel y Leopoldo, de la destitución de la señora Machado del parlamento y de la represión hacia los estudiantes la cual no ha sido condenada por el gobierno. Hoy, nadie –No solo en Venezuela sino en todo el mundo- debe tener ni una sola duda de lo que pasa en Venezuela. La constitución venezolana ha sido violada, nuestros derechos han sido coartados y están matando a nuestra gente. El pueblo venezolano, fiel a su tradición democrática repudia todos estos actos que salen del marco de la constitución y las leyes y exige que los derechos que fueron violentados se le reintegren a la sociedad y que el gobierno ceda ante las exigencias del pueblo, que grita con brío su inconformidad ante la ineficiencia de los que están en el poder. 

Los venezolanos hemos llegado a un punto en el cual, como decía Leonardo Padrón ya no "se busca un país" ahora, se esta construyendo uno y partiendo de esto, se me ocurre escribir una hipótesis de solución, mas o menos acertada, que evite mas muertos y encarcelamientos injustos, que libere a los presos políticos y devuelva a los alcaldes y a la diputada sus respectivos cargos.

Empecemos por la protesta. La protesta es, sin duda alguna, la legítima defensa del pueblo hacia las injusticias de un Estado ineficiente. La protesta, a pesar de sus desperfectos, fue capaz de decirle al gobierno: Lo estás haciendo mal. Y tuvo una resonancia mundial, se supo canalizar toda la inconformidad producida por la inseguridad, el desabastecimiento, la pobreza, el déficits de la educación, la salubridad y demás problemas que en un grito de rabia y exigencias comunes fueron expresados. Pancartas que le dieron la vuelta al mundo, muertes que nos siguen doliendo… y es ahí donde se pone en duda las protestas, ¿Hay que seguir protestando aun sabiendo que van a morir más personas producto de eso? Y la respuesta es que la protesta no se puede acabar.

La protesta no se puede acabar porque el descontento sigue ardiendo, y por el clima que se ve, seguirá avivado. Lo que si resulta imprescindible para la protesta es la organización. Ya basta de muertes, ya basta de presos, ya basta de torturas. La protesta de los dos meses de resistencia debe ser una protesta de difusión, debe ser un mecanismo por el cual mediante a él logremos dos objetivos. Enn primer lugar, incorporar en nuestro discurso a todos los venezolanos, recorrer con humildad, carisma y la voluntad de sacar hacia adelante el país cada rincón de Venezuela. Bañarnos de pueblo. De otro modo la protesta, la llamada “Guarimba” a estas alturas del partido solo polarizará todavía más a los venezolanos y restará las aptitudes que el movimiento estudiantil ha adquirido. Si no me creen, pregúntenle a un taxista.

El segundo objetivo es más crudo de digerir y mucho más difícil de realizar, consiste en admitir que fracasamos como sociedad, como picaros, que eso de autodenominarnos “pilas” nos terminó afectando. Con esto no me refiero a que las costumbres del venezolano sean malas, me refiero a nuestras particularidades como las de ser personas muy corruptibles, con corta memoria y con muy pocos rasgos de valores ciudadano.


El cambio tiene que ser de abajo hacia arriba, es decir, del pueblo hacia el líder. Si nos seguimos comiendo la luz del semáforo seguirá la impunidad. Si sobornamos al policía, seguirá la corrupción. Si no hacemos un intangible contrato social en el cual nos comprometamos a crecer como sociedad y a mejorar esto que denominamos país, seguiremos tal y como estamos. Así el próximo presidente del país sea un integrante del movimiento estudiantil. Este pueblo esta como esta porque las preferencias de los puestos políticos están por encima del bienestar de los venezolanos, entonces, si los político no saben cómo darle bienestar al pueblo construyamos ese bienestar nosotros, organizando y construyendo nuestras exigencias.

Algo decía un profesor de Derecho de la Ucab Guayana en una clase magistral utilizada como protesta en la Plaza Monumental de Ciudad Guayana que parafraseando intentaré recordar “Las constituciones son damas, y son damas que mientras más leyes tengan, más hermosas son. Nuestra constitución es una de las más bellas del mundo y aparte joven. Recuerden que nuestra constitución tiene quince años vigente, quince primaveras… y no va a poder celebrar sus quince primaveras porque como todas las mujeres bellas, quieren ser violadas por los que ostentan el poder ¡Y nuestra constitución ha sido violada!

Vamos todos a salvar nuestra constitución, vamos todos a construir un país.

domingo, 16 de febrero de 2014

Para El Presidente

Señor presidente aunque bien se sabe que para usted es un imperativo estar desinformado, lo invito a que lea esta carta, ¿Acaso no le duele que tantas personas estén muriendo mientras usted duerme? No se preocupe, no soy como todos, no lo voy a juzgar por no saber como se siente un estudiante, yo muy bien entiendo que usted nunca pisó una universidad, que no sabe de Borges o de Aristóteles, que nunca sintió ese deseo de hacer las cosas por sí mismo, sé muy bien que palabras como esfuerzo y constancia nunca fueron de practica en su vida. Pero tranquilo señor presidente, estoy al frente de esta maquina sentado, esforzándome con el propósito de enseñarle la vida de un joven venezolano.

Todo empieza cuando tus padres te llenan de ganas de salir hacia adelante. Entras en una edad de marea muy alta: Los dieciocho. Y pisas tu universidad por primera vez con más miedo que confianza, pero sin darte cuenta te acostumbras a que sea tu segundo hogar, tu segunda familia. Luego compramos una bandera tricolor con unas cuantas estrellas, de esas que están en la asamblea nacional, esa que usted nunca levantó de joven y la pegamos en la pared. Ahí, al frente de la cama, donde la podamos ver todas las noches y sentir que somos parte de algo, que somos importantes. Que somos venezolanos.

Luego un montón de señores con mucho conocimiento -tal vez haya usted oído hablar a uno alguna vez- nos enseñan de leyes, de valores ciudadanos y de eso que llaman libertad, los estudiantes los denominamos profesores. Pasamos días completos estudiando, leyendo, construyendo algo que usted nunca llegará a ser: un profesional. Luego nos damos cuenta de que una mala noticia va a máxima velocidad. El presidente está destruyendo el país.

Cada persona adopta una postura. Que si estamos totalmente perdidos, que si hay que luchar. Muchos acusan de tontos a los que como yo sostenemos un romance con el país y nos negamos a salir de él. Otros dicen que esto esta por explotar. También hay quienes se refugian en 140 caracteres. El que dice que debemos actuar como Egipto. Y esta el que dice que habrá un golpe de estado teniendo a todos los militares al frente, el que habla de guerras en un discurso por la paz, el tirano, el dictador, el asesino. Usted.

Entonces pasa lo que todos sabíamos que iba a pasar. Los estudiantes salen a buscar un país. Y buscamos un país donde los jóvenes no tengan que dar la vida por él, sino que el país de vida joven. Un país donde la gente se muera de viejo y no de venezolano. Un país prudente, pujante y para todos. Rojitos, escuálidos, altos, bajos, atletas, gorditos, discapacitados, padres, madres, hombres y mujeres... en fin, todos.

Sé que es difícil de comprender desde su posición de dictador señor presidente, la impotencia que se siente al correr con un trapo en la boca y lagrimas en los ojos mientras se destiñe el tricolor de la bandera atada a nuestra joven la espalda. Sé que le suena caprichoso la búsqueda de un país cuando usted es un simple apátrida. Sé que se pregunta en las noches cómo pudo llegar a ser presidente siendo muchos estudiantes aun no profesionales mas educados y preparados que usted... y la verdad es que todos nos lo preguntamos.

Pero quiero que entienda algo señor presidente: Los venezolanos no nos vestiremos de derrota. Dejamos atrás la desesperanza, el desánimo, el miedo. Poco a poco nos estamos volviendo adictos a la democracia. "La Salida" ¡Su salida!, no es con balas, ni siquiera es con piedras, es con gente en la calle. Nuestra solución no huele a pólvora ni carne de cañón señor presidente, nuestra solución es una dosis de conciencia, el antídoto contra su supuesta revolución.

La paz no se pronuncia ni se decreta señor presidente, se construye. Hay que ensamblarla. Y mientras usted nos ataca con perdigones, balas, agua y bombas, nosotros responderemos con resistencia, gritos, consignas voluntad y argumentos. Veamos a quien se le acaban las municiones primero.

Venezuela sigue presa, nos toca liberarla señor presidente. Espero que haya podido leer mi carta sin atascarse en verbos que no conozca, traté de usar un léxico bastante simple porque le repito, yo entiende sus condiciones de idiotez y no lo voy a juzgar. Hasta luego señor presidente, me fui a protestar.

Los venezolanos nos merecemos la palabra paz.

Andrés Medina.

domingo, 26 de enero de 2014

El Dilema

¿Algo anda mal verdad? Vivimos en inquietud, en contradicción, sudamos adrenalina. Nos salimos del marco de lo común y esta vez no lo digo por la larga lista de corruptos de nuestro Estado, el escalofriante porcentaje de la inflación del año pasado o por nuestra educación cada vez mas precaria. Es por algo que se acerca más a nuestra antropología, a los orígenes del ser venezolano; somos una sociedad que celebra lo poco que recuerda y olvida lo mucho que sufre pero, hagamos una pausa, detengámonos. Aquí podrán pasar trecientos años y el venezolano no se va dar cuenta que el país está en el peor momento de la historia, ¿Será porque nunca terminamos de llegar al fondo? Hemos caído y caído y aun no nos estrellamos con el solido concreto de lo mas bajo de esta opaca realidad.

Vivimos en un país donde sus habitantes lo único que se toman verdaderamente en serio es una cerveza bien fría. Somos una sociedad con un rigor muy humorístico, y eso, el humor, la risa, no puede ser un absoluto defecto. Los venezolanos tenemos situaciones muy diversas a cualquier otro país, nosotros, por ejemplo nunca hemos sido un pueblo de emigrantes, se nos hace difícil emigrar, sobre todo al primer mundo y estoy empezando a pensar que la cuestión de emigrar se nos hace tan compleja porque los otros sitios son demasiado desesperantes. Todo está ubicado en un orden correcto, las leyes se cumplen, hay respeto, no hace tanto calor, la mayoría de las casas son iguales y nosotros no tenemos características de orden, mas bien, podría argumentar que nos encanta la inquietud de no saber que pasará mañana, dentro de unas horas o incluso, en unos minutos. El venezolano no soporta la sobriedad en ningún aspecto.

Se nos va la vida esperando que se acabe un problema y que entremos en otro. Y es sabroso. Es sabroso sobrevivir a otra polémica, es un deleite hacer un chiste de la tragedia. Pero al ser así, ¿Por qué existe un dilema si nos encanta ser como somos?

Y esa pregunta logra desencadenar las ya típicas malas nuevas: Este ultimo viernes el país amaneció con 100 dólares menos y ocho periódicos sin papel. La retro-revolución esta haciendo bien su trabajo, después de afirmar que el dólar se mantendría todo el 2014 a 6,30BsF lo único que llego a pensar es que para los venezolanos, ya llegó el 2015. Por otra parte, pequeños periódicos han dejado de producir por falta de papel y este sábado El Nacional anunció que solo tiene papel suficiente para un mes. En los periódicos hay demasiada verdad y eso no le conviene a esta revolución que cada vez va mas rápido, pero en retroceso. Todo estos acontecimientos sin mencionar la tenebrosa cantidad de asesinatos que van en el corto transcurso del año hacen que la pregunta del comienzo se responda sola.

Entonces no nos queda de otra que elaborar el país que queremos, no hay mas opciones, porque uno no se siente en confort a doce horas del calor venezolano, estamos acostumbrados a nuestra desobediencia, a nuestros amaneceres, a nuestra lucidez y picardía.

Si, en definitivo algo anda mal. Venezuela es un sujeto, que no se merece este predicado. Y se va quedando sin divisas para importar optimismo...


domingo, 12 de enero de 2014

Venezuela, la mortal

Fuegos artificiales haciendo acrobacias en el cielo, abrazos del tamaño de una esperanza, deseos que no caben en 365 días y una plena sospecha de más de lo mismo. Si, terminó el 2013, un año con mucho lodo en sus costados y un elenco de personajes que encajan la definición del desastre perfectamente. El primer día del año, sin haberme levantado de la cama me tope con un tuit que se preguntaba "¿Qué sentirá el martes al saber que le toco ser el ultimo día del año?". Esta magnifica pregunta me encasillo en una óptica muy triste durante los primeros días del año.

Aprovecho este espacio para armar con palabras a la única arma capaz de mejorar el país: Nosotros, la juventud. Imagínense a un niño creciendo sin padres que le inculquen buenos valores y sin una educación que le fije los ideales correctos de un ciudadano en el lugar mas cruel del mundo: un barrio de cualquier parte de Venezuela. Agréguenle malas amistades o un par de vicios que satisfacer y tendrán a un delincuente en menos de 20 años. Una versión paralela de la juventud que necesita este país.

Ahora hagamos el mismo ejercicio del párrafo anterior pero esta vez integremos al niño en una familia responsable con un proceso educativo bastante bueno y veremos que sus únicos vicios serán el de ser cada vez mejor, enorgullecer a su familia y  luego, formar una propia. Que majestuoso sería construir un país donde los niños del párrafo anterior fueran cada vez menos.

Pues, si tenemos un país que se nos rompió en las manos, donde la seguridad jurídica esta ausente y no puede proteger a los mas necesitados e inyectarles un antídoto contra la violencia para convertirlos en hombres y mujeres de progreso yo propongo que la juventud forme una mejor sociedad, comprometiéndonos con nuestras familias, y cumpliendo lo establecido en el marco legal de nuestro país, esa la única forma de lograr lo que el Estado no termina de empezar. Hay que ser tan tercos como una venganza pero no con el propósito de vengarse, sino con el motivo de hacer justicia.

Luego de ver el número de muertos del año pasado siento que en cualquier momento, a menos de cinco minutos de mi están matando a una persona y la verdad no me sorprende, lo único que me sorprende es que lo tomemos como si ya fuera algo natural el asesinato de una persona cada quince minutos, de cuatro personas en menos de una hora y de casi cien al día. En distintas partes del país. La velocidad con la que avanzan estos indices es frenética. Nos estamos dirigiendo a la muerte de forma vertiginosa, ¿Vivimos en un país, o somos rehenes de él?

Esta semana la violencia tomó el rostro de la mujer perfecta, dejando su cuerpo y el de su marido lleno de balas y por si fuera poco una niña viva pero muerta de miedo en un asiento trasero. Son un par de venezolanos que murieron al igual que los mas de veinticinco mil del año pasado con la excepción de que ellos derrochaban fama y talento, me arriesgo a pensar que hasta sus asesinos se dieron cuenta de quienes eran. La delincuencia en Venezuela no esta midiendo si eres protagonista de una novela, o si eres otro afectado de la crisis, solo aumenta sin clemencia.

Hace unos meses leí un libro llamado "Las Preguntas de la Vida" este afirmaba en sus primeros capítulos que no era mortal quien iba a  morir, sino quien iba a morir y ademas estaba seguro de eso, la verdadera mortalidad consiste en saber que la vida es la antesala de la muerte, estar consciente de que el corazón es un reloj de arena y que si el tiempo es oro, pues, cada vez somos mas pobres. Fue imposible no pensar en el país, y muy al estilo de Fernando Sabater -El escritor del libro anteriormente mencionado- pronuncie lo siguiente "Los venezolanos somos cada vez más mortales que el resto del mundo".

Bastó recordar el tuit que leí el primer día del año para concluir en que si el martes se enteró que era el ultimo día del año, es decir se volvió mortal, al mapa venezolano no le falta mucho para aterrizar en los confines de la mortalidad. 

Tomé ese tuit como un análogo -que por cierto debo agregar que fue la primera frase que leí del año- y me detuve a pensar en lo que ha pasado en el transcurso del 2014, ¿Que sentirá esa niña, ahora huérfana, al saber que ese le toco ser su ultimo viaje familiar? o ¿Qué sentirán los niños del segundo párrafo, criados sin valores y sin educación? ¿Es su culpa ser de ese gran grupo de personas en Venezuela que -irónicamente- a pesar de ser mayoría siempre están en desventaja? y aun mas tenebroso ¿Qué sentiremos los venezolanos si dejamos que esto continué? Todos sabemos que vamos a morir, pero no tenemos prisa.

Encapsulemos los dolores, metamos los malos momentos en un sobre y hagamos que sea como esa carta que nunca nos llego, 2014 te quiero sin sangre.