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domingo, 31 de marzo de 2013

Despertando Sueños

   5: 30 am. Me levanto, hay que ir a estudiar, soy muy inmaduro todavía pero bendigo el amanecer y pongo mi nuevo día en las manos de Dios, aunque la flojera me intenta seducir siempre la evito porque estoy consciente que voy a tener un excelente día y otra oportunidad para aprender cosas nuevas. Se van haciendo las 6, el sol empieza a salir y la flojera desaparece, nada que un buen baño frío no pueda quitar, luego veo a la mujer más hermosa del mundo, me sirve el desayuno, me da un beso en la frente y le digo “¡Bendición mamá!”.  

   Así comienzan todas mis mañanas llenas de lagañas y sonrisas. Confiado de que cada día puedo encender la luz del cuarto del progreso, con interruptores de esfuerzo y esperanza, y despertar todos los sueños para hacer que se cumplan. Sueño con una mejor calidad de vida, sueño con ver a mi país repleto de gente que cada vez progresa más, un lugar lleno de buenos valores, porque en Venezuela lo único que hay que devaluar es el odio y la discriminación, ¿Se imaginan que saliera en gaceta oficial: “El odio ha subido de precio a un millón de dólares por gramo, se ha vuelto inaccesible.”?  ¿O algo como: “La discriminación está quebrada. Al parecer no volverá a invertir en Venezuela”?  Me encantaría leer eso en un periódico de mi país. En fin, sueño  con eso, me encanta soñar.

   Pero la razón por la que me levanto con una sonrisa diariamente es porque los sueños no se quedan en la cama, nada de eso, la primera regla para cumplir los sueños es la necesidad de estar despierto. Los sueños se realizan, se logran, se persiguen con un infinito deseo de ser superior, de ser cada vez mejor.

   Me gusta cuando veo muchas personas en el calle de camino al colegio, noto que no solo quieren progresar, también lo están haciendo, cumpliendo con sus actividades diarias. No me importa si veo a alguien y es gordo o flaco, negro o blanco, alto o bajo. Siempre les regalo unos “Buenos días” acompañados de una gran sonrisa. Dos palabra y un gesto que no te quitan nada, por lo contrario te agrega otro amigo, y puede alegrar la mañana de una persona.

 Esto es lo que necesitamos y para nadie es un secreto. El respeto, el dialogo, la comunicación sin ningún tipo de exclusión, o preferencia son las cúspides de la Venezuela que estamos construyendo y que tendremos más temprano que tarde. He leído muchas veces que criticando a los demás o a un partido político por redes sociales no ayuda en nada a desarrollar o enriquecer el país. Tienen toda la razón.

   Mientras hagas las cosas bien, cosas buenas pasaran, así de simple. Por eso el que camina con la mentira, nunca llegara a su verdadero destino. El cambio no viene de un dirigente que se sienta en Miraflores. El cambio depende de usted, de seguir adelante sin juzgar al que está al lado. El cambio se logra cuando hacemos y no criticamos. El cambio está en nosotros. Yo apoyo a todo el que defiende sus derechos, a todo aquel que con respeto se expresa porque como dicen los políticos, aquí la libertad está en abundancia. Hacer justicia no es tirársela de rudo, hacer justicia es luchar por un mundo seguro.

   Realizar algo sin querer realizarlo es como poner una linterna en el lugar del sol y pretender que alumbre todo el universo, por eso los invito a hacer lo que quieren hacer, lo que les gusta, sin caer en el libertinaje, por lo contrario, haciéndolo con conciencia. No es sencillo hacer las cosas bien, pero cuando te gusta lo que haces se vuelve más cómodo y hasta entretenido.

   A mí me gusta ayudar y espero estar haciéndolo bien.



domingo, 24 de marzo de 2013

Tiempos De Reflexión

   En cualquier lugar de Venezuela, por doquier he visto un gran deterioro, de la economía, de alimentos, de seguridad, e incluso, de optimismo. Han sido tiempos difíciles para los venezolanos. La violencia está desbordada, la falta de empleo aumenta constantemente y las disputas entre nosotros mismos son cada vez más notorias y frecuentes. Ahora estamos en tiempos de reflexión, ahora, más que nunca tenemos la oportunidad casi tangible de cambiar, de unirnos, de mejorar.

   Aunque la mejora de un país está en las manos de cada uno de sus habitantes, el cambio de un presidente, gobernador, alcalde o cualquier funcionario político tiene un gran impacto en el país, últimamente esos impactos han destrozado la economía de Venezuela, han dividido a su pueblo y han traído otros problemas los cuales ignoran, desde la mala educación hasta el alto precio de la vida. La política está para ayudar al pueblo, no para enriquecer a un gabinete, está para fundar la democracia, no para abusar de los poderes. En mi opinión los buenos valores políticos están en extinción.

   Pero a pesar de todo eso cada vez que veo a una familia, a unos compañeros e incluso a unos desconocidos defendiendo sus derechos, defendiendo nuestra Venezuela, noto sonrisas y miradas llenas de esperanza, deseos de salir adelante, ganas de subirse al tren que lleva a la mejor Venezuela. Esas sonrisas con sed de un país seguro, esas miradas llenas de esperanza son las que me motivan a seguir adelante, a poner mi grano de arena. Hoy sé que no somos cientos, tampoco miles, somos millones de venezolanos que vamos en un tren hacia la mejor Venezuela y de aquí nadie nos baja hasta llegar a nuestro destino. En este tren no importan ideologías, no importa color ni nivel social, aquí caben todos los que quieran salir adelante, todos los que están dispuestos unirse. Constantemente menciono la unión porque es lo que necesitamos, porque yo no sirvo de enemigo y si alguien me quiere tomar de enemigo, me rindo. Basta de peleas. Para llegar a nuestro destino debemos apegarnos a los rieles del dialogo y del respeto.

  Con el pasar de los años vamos adquiriendo ciertas ventajas, ventajas que nos van ayudando e identificando a lo largo de nuestra vida. Una de mis ventajas es mi familia, la que siempre me ha apoyado, la que nunca ha faltado cuando necesito consejos, gracias a ellos hoy, soy lo que soy. Otra más de mis ventajas son mis amigas y amigos, aquellos que más que amigos son hermanos y que al igual que mi familia han sabido ganarse todo mi afecto. También están algunos que ya no me hablan, pero le doy las gracias porque me enseñaron que no hay que confiar en todo el mundo. Cuento con la ventaja de ser venezolano, de haber nacido en este paraíso natural con nombre de mujer. La ventaja de poder presumir de nuestras inmensas sabanas, de nuestra cultura, e incluso de nuestro increíble humor. Tengo la enorme ventaja de que usted me este leyendo. Usted, madre, padre, abuelo, o joven, porque quiero que todos los habitantes de mi país tengan un mejor vivir, respetando los derechos de los demás y haciendo cumplir los suyos. Y espero poder ser una ventaja para todo el que me lea, porque el futuro que yo planteo en el cual todos participamos es uno lleno de oportunidades, uno donde no se excluye a nadie, un futuro con un país unido, un futuro con una mejor Venezuela repleta de progreso y de un mejor vivir. 

   Si usted piensa igual que yo, y quiere ver a Venezuela bien, aporta tu grano de arena siendo un mejor ciudadano, e impulsando a los demás a ser mejores. Aquí todos podemos ayudar, aquí todos podemos mejorar, solo hay que reflexionar.


domingo, 17 de marzo de 2013

Hay Una Unión

   Con la desaparición de sueños infantiles que prohibía nuestra economía deje de imaginarme en Disney, y se me ocurrió que Los Médanos de Coro eran unos de los lugares más hermosos que debería visitar. Así fue, tras un largo camino en el cual vi todo un paraíso rico de montañas, relieves, lagos y mucha cultura llegué a mi destino. Luego me apasioné por el paisaje que me atrapó, tomé fotos, respiré el aire del lugar, el sol era tan fuerte que sentía como mi piel se iba rostizando y ahí fue cuando entendí la frase “Mi amor por ti quema con la intensidad de mil soles”. Camine hacia la parte más elevada de una de las enormes pilas de arena, mis pies ardían, la brisa alborotaba mi franela y podía contemplar la majestuosidad de mi tierra, era increíble, no era un sueño, no estaba en Egipto, ni mucho menos en Disney, estaba en mi país. Con mis familiares un poco después fui a visitar el majestuoso Pico Bolívar. Nunca antes había estado tan cerca de Dios como en ese momento, aunque el aire me faltaba y mis pulmones se encogían, sentí  como mi sonrisa se expandía como cuando te das cuenta que a pesar de cientos de problemas hay alguien que te hace sentir feliz, pues, así me sentí, sólo que en ese instante ese “alguien” llevaba por nombre Venezuela.

   Cuando somos niños vemos el mundo de una forma tan sencilla, y en realidad daría todo por volver a esos momentos que me ahogan en la nostalgia cada vez que me sumerjo en recuerdos que se van alejando porque la memoria es corta y la vida larga y difícil pero gracias al cielo que es así porque si no, no tendría sentido vivir. Alejándonos de la melancolía seguí mi recorrido, terminamos en un hotel en alguna parte de Morrocoy, nos alojamos en un quinto piso con vista a la playa, aunque el hotel era sumamente cómodo se me hacía difícil dormir, me hipnotizaba el ver como las olas rompían contra la arena una, otra y otra vez, la luna se posaba en todo el centro del paisaje parecía contenta de que la mirara, cada vez brillaba más entonces se paralizo, todo, o quizá fui solo yo, no sé. Mis labios húmedos y precisos sin ni siquiera yo esperarlo dijeron “Finalmente te he encontrado, Venezuela… mi linda Venezuela.”

   La tía Belkis y el tío Joaquín habían recorrido un cuarto de país ya, dos personas increíbles, trabajadores y honrados, así imaginaba a todos los venezolanos. Hasta que en ese mismo verano fui a desayunar y leí el periódico. La decepción se me notaba en la cara y la angustia en los ojos, vi la cifra de muertos anuales, asesinatos siniestros, la cesta básica por las nubes, el sueldo mínimo por el suelo y pensé, ¿Cómo es posible que en esta tierra bendita de lugares preciosos pueda haber tantas personas horribles? No entendía nada, tenía que usar el diccionario 8 veces por párrafo ya que vestían los problemas con palabras técnicas para que el flojo no pudiera desnudarlas y ver la verdad.

   Acostumbraba  a leer el periódico e incluso libros de 400 páginas que para mi edad era un logro devorar un libro de ese tamaño en 3 semanas o un mes, aunque solo leía literatura extranjera. Mis padres me quitaban unas partes del periódico, todo lo que tenía que ver con muertos, economía o política, mejor dicho sólo me dejaban la parte de deportes y la de acertijos. Parecía que tenían miedo de que supiera la situación del país y luchara por mis derechos o quizá querían que disfrutara mi niñez/adolescencia sin preocupaciones, pero es imposible ocultar el sol con un dedo aunque en ese entonces eran cuatro manos con dos anillos en el dedo anular, unos años después fueron solo dos manos sin ningún anillo… con la descomposición de una familia te da por buscar un escape, encontré mi escape en la literatura. Las drogas, el cigarro o andar robando nunca fueron lo mío. Mis notas en Historia de Venezuela fueron aumentando, me parecía excelente la historia de cómo unos héroes en caballos a espadazos defendieron una nación y después fueron por más, “Tierra de libertadores” así titulaba a nuestros héroes.
   Voy hacer énfasis en Simón Bolívar aunque muchos critiquen sus decisiones y acciones, el fue y será por siempre el libertador de América, pudo haberse dedicado a inventar el bingo o las apuestas y aun seguiríamos en dictadura Española, cada quien nace para cumplir una misión no para ser perfecto. En fin, leí mucho sobre historia venezolana, le recomiendo a todos, quien sea que me lea y cual sea su ideología, investigue sobre la vida histórica de Venezuela, quedará encantado. Harry Potter me parecía insignificante comparado con la biografía de Simonsito (Simón Bolívar). Esto me enamoró de mi país, las calles que vieron mis intentos de imitar a Ronaldinho al que pronto cambie por Juan Arango y aunque el beisbol nunca me llamó la atención se me aceleraba el corazón cada vez que mi equipo era campeón, esos kilómetros enteros que fueron testigos ciegos de cada uno de mis pasos. La profesora que me haló por la oreja de pequeño, el amigo que ahora esta tras las rejas por una estupidez, una chica a la cual debí darle más atención, la misma a la que hoy le pido disculpas por ser su novio y estar enamorado de Venezuela. El sonido maravillosamente nostálgico del cuatro y las maracas de mi abuelo, con él su sonrisa y una mochila muy pesada llena de sus valiosos consejos. Nadie es más venezolano que otro, pero si hay a quienes les duele el país y otros que simplemente no. 

   Lamentablemente en estos momentos este increíble paraíso pasa por una situación difícil, y debemos ayudar. Sólo tenemos que ser buenos ciudadanos, dejar  un lado el odio, las diferencias, la discriminación, el racismo, el clasismo. Eliminar esas palabras del castellano venezolano y agregarle más sinónimos de paciencia, unión, paz y respeto. Porque para que se respeten nuestros derechos hay que empezar cumpliendo nuestros deberes y respetando los derechos de los demás, ¿Con qué moral piden sus derechos aquellos que en el primer día de ley seca fueron de inmediato a colaborar con las bodegas vendedoras de alcohol ilegal? ¿O aquel ciudadano que siempre irrespeta las leyes de tránsito pero vive criticando que no hay fiscales? El cambio comienza por nosotros primero, el cambio sucede cuando estamos dispuestos a buscar un país mejor a toda costa, si quieres levantar a tu país primero levántate tú. Esfuérzate, lucha, sal adelante, hay muchas formas de que tu luz brille sin necesidad de tener que apagar las de los demás. Acepta a tu prójimo sin importar sus ideologías. Aunque mis ideologías políticas vayan orientadas hacia la derecha ahora más que nunca opino que la consigna “Hay Un Camino” está errada. Debería ser “Hay Una Unión”.