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domingo, 23 de junio de 2013

Lluvia En El Sexto Piso


   En la ventana de la alcoba de un sexto piso, frente algunas estrellas, se encuentra una nena de diez años. Ojos grandes, marrones y preciosos. Reflexionando en el alba, con un desconsuelo que es más grande que su estatura. Pensando en lo que pasa, y, aun peor, en lo que pasara. El borde de sus preocupaciones reboza por una charla de sus padres que escucho a gachas sobre su crisis económica. Ella esta entregada a las montañas, a ese resplandor que empieza a afilarse. Y espera. Mientras tanto, el país sigue afuera -Al igual que la nena- espera. Quizá esperan que la noche se lleve los pensamientos vagos, que el brillo del sol ilumine sus problemas o, simplemente, quieren pase el tiempo para saber qué pasara.

   Ahí, en esos ojos, en esos grandes e inocentes ojos uno se pregunta, ¿Qué hace una niña de diez años pensando en los problemas de adultos, cuando debería pensar en sus problemas de niña? Es inevitable. Esto afecta a todo el país, y a la niña del sexto piso. El cielo se entristece al percatarse de lo que pasa en Venezuela. Ahora el país y los ojos de la niña tiene algo más en común: ambos llueven.

   Hace unos días me preguntaba si dentro de la vorágine que viste al país en estos tiempos, queda espacio para la existencia de una apología sobre los valores. Recordemos que estos, también han sido devaluados. El "Te quiero" que antes valía mucho, ahora no cotiza ni para un abrazo sincero. Ya no hay pasajes para hacer el amor. Hay escasez de sinceridad, encontrarla es todo una odisea y cuando se consigue, cuesta mucho. Las amistades más longevas se han ido deteriorando por el incremento del odio en la población. Y aun así, no le quieren subir el sueldo al amor.

   "Los países del Tercer Mundo suelen ser victimas de una gran carestía" Aquí todos se quejan, todos murmuran. Pero nadie piensa en mejorar. ¿Cuanto cuesta ser sincero?, ¿Es que acaso vale mucho decir la verdad? Si tomáramos por lo menos un ínfimo momento para recapacitar cada vez que vamos a mentir, engañar, falsificar, fingir, calumniar e inventar falsos acontecimientos, yo aseguro que, Venezuela, no sería un país del Tercer Mundo.

   Venezuela sigue dividida. Problemas aquí, el país allá. En Twitter siguen posicionando hastags en apoyo a un concepto errado de revolución, mientras tanto, en el país, siguen matando venezolanos a diario. Allá en Miraflores no se sabe quien manda, pero aquí en el país es más que obvio que manda la delincuencia. En el sexto piso sigue lloviendo todas las noches y el país, al igual que la niña de los preciosos ojos, espera un nuevo amanecer. Todos los días.

   Ya no recuerdo cuando fue que nuestro país comenzó a convertirse en una mirada hacia el alba, en la incógnita más tediosa, en la espera de algo, en un futuro en Stand-by, en la cumbre de un: ¿Qué va a pasar?

   Deseo que deje de llover cuanto antes.


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