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domingo, 16 de junio de 2013

Alcoba Estrellada

   Estuvo el día de mi nacimiento, y ahora me mira después de las seis. Ella cae como un abrigo, escondiendo cualquier atardecer. Coloca cada estrella en su lugar, las ordena a la velocidad de la luz. Hay algo grandioso en ella, algo provocador, la magnitud de su belleza solo se compara con la sonrisa de una venezolana, ella la extremidad romántica del universo. Desde que los primeros ojos se abrieron ha empezado a desnudarse delante de nosotros, dejando al intemperie toda su sensualidad, su terror, su misterio, su vanidad y su perfección. Todos los días nos enseña un nuevo concepto de oscuridad, baja la temperatura y con un cielo seductor nos dice: "Pueden dormir o gozar de mi. Un placer, soy la noche".

   Nunca he consolidado una amistad firme con el sueño, pienso que es mejor estar despierto. Me conformo con siete u ocho horas no para dormir, sino para soñar. De niño no entendía el milagro de la noche. Recuerdo que una vez, iba atado a la mano de mi mamá, no eran más de las seis y media de la tarde y el paisaje se empezaba a teñir del crepúsculo vespertino. Mi asombro empezó a escribirse en letras mayúsculas. Era un acto de magia. La brisa atentaba fuertemente contra los arboles dejando un vago sonido que ahora me trae nostalgia. Mientras tanto, en el ascensor, la temperatura empezaba a bajar y yo que no tenía la culpa me tenía que abrigar. Luego, apareció una señorita que hasta el día de hoy no para de seguirme, de vez en mes se pone gorda pero siempre esta brillando. Bajo mi candor de seis años y el estupor de la situación, le lance a mi mamá lo que sería la metáfora más acertada para el momento. Y lo cómico, es que ni siquiera sabía qué era una metáfora.
"¡Mamá, mamá! Mira hacia arriba, alguien esta coloreando el cielo."

   La noche tiene el privilegio de oírse pero no verse. Es un desfile de picardía e inmadurez, tiende a arrojar efímeros sonidos y a crear breves sombras para jugar con nuestra imaginación. Recordemos que para el hombre la oscuridad es sinónimo de miedo, pero -gracias a Dios siempre hay un pero- también se ha convertido en sinónimo de deseo. Refugiado bajo el cielo estrellado, el hombre logro conocer el verdadero brillo de una mujer. Gracias a las bajas temperaturas del oscuro panorama se logro apreciar el exquisito e irreemplazable calor del cuerpo femenino. Y así, rodeados de constelaciones y sin parar: el amor, comenzó a hacerse. El anochecer ha sido la cama más cómoda desde ese entonces.

   La noche alberga el verbo de millones de sustantivos. Es el hotel mas grande, tiene a todos los inquilinos del mundo. Los delincuentes la usan como su mejor arma. Los sobrios para estar ebrios. Los vigilantes se la fuman. Los amanten le hacen el amor. Los niños la utilizan para soñar, los adolescentes para escaparse. Los universitarios para estudiar, los padres para el descanso. Las luciérnagas para no dejarnos dormir y yo, para escribir sobre ella.

Caracas, Venezuela.

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