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domingo, 2 de junio de 2013

Están Matando Al Vecino

   Escribo esto con mi nuevo tapaboca, unos guantes de látex y una severa pesadumbre, la magnitud y extensión de este síndrome genera una increíble zozobra. Este padecimiento se conoce desde que el hombre existe, y en los últimos años ha decidido estirarse de manera colosal. Por culpa de esta enfermedad Jesús murió en la cruz, ocurrió la primera guerra mundial y dio pie a la segunda. Por el delito de esta dolencia se han jalado millones de gatillos en un país llamado Venezuela.

   Son las diez de la noche, German viene de llevar a la señora de limpieza a su casa, pone a todo dar la velocidad de su nuevo auto porque ya es muy tarde y hace una semana robaron a un amigo de la manzana donde reside. Nota que una camioneta negra de cerca lo sigue y llama a su mujer para que le vaya abriendo el portón de la residencia "Mi amor si me paro a abrir el portón, tus hijos se quedan sin padre, voy llegando. ¡Ábrelo rápido!" Fue lo que se escucho en la exaltada voz de German durante la llamada. German lleva a los nervios de copiloto, German no es más que otro venezolano con miedo. Llega a su residencia, efectivamente el portón esta abierto, aliviado entra a su casa y aligera el peso de su miedo abrazando a sus familiares, se asoma por la ventana y nota que la camioneta esta parada en el portón y a una distancia de menos de cinco metros están golpeando a su vecino el cual iba de salida para cumplir su turno nocturno. "Mi amor, llama a la policía, el síndrome del odio está matando al vecino."

   Una bala en la cabeza recibió Victor y luego otras venticinco en todo el cuerpo, es decir: Soy la muerte, te quito la vida y aun no estoy conforme, lo hago venticinco veces más, soy un asesino y un idiota, pero no es mi culpa, tengo el síndrome del odio. Otro rastro de sangre para una calle de Caracas, demasiado futuro derramado y un tornado de odio suelto. Lamentablemente nadie ha creado una vacuna especifica contra esta epidemia. El antídoto yace en nosotros, y no lo sabemos suministrar.

   Vivir no tiene precio, pero mantenerse vivo, al igual que los víveres esenciales, esta saliendo demasiado caro. Hoy la paz bosteza porque la violencia no la dejo salir, cayo un aguazero de venganza.

   Este miércoles mi mamá enfermo. La lleve al hospital un par de veces, compre muchas medicinas, camine mil veces el mismo pasillo, atendí varias llamadas, colge muchas más, discutí con la incompetencia de algunas enfermeras y la lentitud de los procesos con el seguro. Fui enfermero y fui abogado, fui miedoso y fui paciente. Mi mamá tenia una fiebre muy elevada por causa de un virus inoportuno, pero gracias a Dios no habían rastros, del síndrome del odio.


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