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domingo, 18 de agosto de 2013

Resaca

   En los viernes por la noche caben besos, sonrisas y ese perfume que algunos llaman amor. La ciudad empieza a convertirse en un montón de luces brillantes, música y alcohol. Y el país, aprovechando que esta en Margarita decide salir a beberse su insomnio. El reloj apunta las diez con cuarenta, entra a un bar, paga dos cervezas, -Porque Cuba le pidió una- y se sienta en una mesa a ver lo que trasmite el televisor del bar.

   El martes acusan de homofóbico a un diputado, lo que resulta un halago comparado con lo que en realidad es. Luego un obeso al que llaman presidente dice que hay que luchar contra la corrupción, y el país piensa: ¿Sera que este ahora se va a pegar él mismo? Y finalmente, el viernes hay mas de diez venezolanos muertos, solo en la capital. La justicia se nos escapa como liebre entre los pies.

   Van más de diez cervezas y el país se siente mareado, ya su hígado no es el mismo y para colaborar con su melancolía un poeta le escribe un párrafo en una servilleta, que decía así:

   Venezuela, quiero más que tus playas, quiero ver como ves a tu gente progresar y como endulzas los problemas con tus amaneceres. Venezuela, yo quiero estar junto a ti toda mi vida, que ninguno de tus hijos diga "Me quiero ir de aquí" y hacer de ti un mejor país. Que la pluma del progreso escriba una nueva historia para ti.

   El país le da golpes a la pared, hace pucheros y se tapa los oídos, deja su cerveza en la mesa y no da propina porque ya no hay dinero. No hay transito, se tiene que ir a casa caminando. Se tambalea de un lado a otro por las calles de Margarita, parece que se va a caer. El desequilibrio es su sinónimo y yo que voy pasando por la misma calle, lo miro y murmuro: Que borrachera de problemas tan grande carga Venezuela encima... y lo peor, es que somos nosotros quienes pasamos su resaca.

 

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