5: 30 am. Me levanto, hay que ir a estudiar, soy muy
inmaduro todavía pero bendigo el amanecer y pongo mi nuevo día en las manos de
Dios, aunque la flojera me intenta seducir siempre la evito porque estoy
consciente que voy a tener un excelente día y otra oportunidad para aprender
cosas nuevas. Se van haciendo las 6, el sol empieza a salir y la flojera
desaparece, nada que un buen baño frío no pueda quitar, luego veo a la mujer
más hermosa del mundo, me sirve el desayuno, me da un beso en la frente y le
digo “¡Bendición mamá!”.
Así comienzan todas mis mañanas llenas de lagañas y
sonrisas. Confiado de que cada día puedo encender la luz del cuarto del
progreso, con interruptores de esfuerzo y esperanza, y despertar todos los
sueños para hacer que se cumplan. Sueño con una mejor calidad de vida, sueño
con ver a mi país repleto de gente que cada vez progresa más, un lugar lleno de
buenos valores, porque en Venezuela lo único que hay que devaluar es el odio y
la discriminación, ¿Se imaginan que saliera en gaceta oficial: “El odio ha
subido de precio a un millón de dólares por gramo, se ha vuelto inaccesible.”? ¿O algo como: “La discriminación está quebrada.
Al parecer no volverá a invertir en Venezuela”?
Me encantaría leer eso en un periódico de mi país. En fin, sueño con eso, me encanta soñar.
Pero la razón por la que me levanto con una sonrisa diariamente
es porque los sueños no se quedan en la cama, nada de eso, la primera regla
para cumplir los sueños es la necesidad de estar despierto. Los sueños se
realizan, se logran, se persiguen con un infinito deseo de ser superior, de ser
cada vez mejor.
Me gusta cuando veo muchas personas en el calle de camino al colegio,
noto que no solo quieren progresar, también lo están haciendo, cumpliendo con
sus actividades diarias. No me importa si veo a alguien y es gordo o flaco,
negro o blanco, alto o bajo. Siempre les regalo unos “Buenos días” acompañados
de una gran sonrisa. Dos palabra y un gesto que no te quitan nada, por lo
contrario te agrega otro amigo, y puede alegrar la mañana de una persona.
Esto es lo que necesitamos y para
nadie es un secreto. El respeto, el dialogo, la comunicación sin ningún tipo de
exclusión, o preferencia son las cúspides de la Venezuela que estamos
construyendo y que tendremos más temprano que tarde. He leído muchas veces que
criticando a los demás o a un partido político por redes sociales no ayuda en
nada a desarrollar o enriquecer el país. Tienen toda la razón.
Mientras hagas las cosas bien,
cosas buenas pasaran, así de simple. Por eso el que camina con la mentira,
nunca llegara a su verdadero destino. El cambio no viene de un dirigente que se
sienta en Miraflores. El cambio depende de usted, de seguir adelante sin juzgar
al que está al lado. El cambio se logra cuando hacemos y no criticamos. El
cambio está en nosotros. Yo apoyo a todo el que defiende sus derechos, a todo
aquel que con respeto se expresa porque como dicen los políticos, aquí la libertad
está en abundancia. Hacer justicia no es tirársela de rudo, hacer justicia es
luchar por un mundo seguro.
Realizar algo sin querer realizarlo
es como poner una linterna en el lugar del sol y pretender que alumbre todo el
universo, por eso los invito a hacer lo que quieren hacer, lo que les gusta,
sin caer en el libertinaje, por lo contrario, haciéndolo con conciencia. No es sencillo
hacer las cosas bien, pero cuando te gusta lo que haces se vuelve más cómodo y
hasta entretenido.
A mí me gusta ayudar y espero
estar haciéndolo bien.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario