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domingo, 3 de noviembre de 2013

Domingo De Pandora

   Este día bosteza entre una hora y la otra, sale a comprar el desayuno y camina en pijama por la sala... se acuesta, ve un par de películas y vuelve a bostezar. Pues sí, indudablemente, hoy es domingo. Nadie se puede resistir a estos domingos de noviembre, es satisfactorio descansar lo acumulado desde el lunes y lo que sobro del viernes. Abro las cortinas, deslizo las ventanas y ahí está el regalo de cada domingo: La ciudad. Como una mujer preciosa, sencilla y calmada, así se encuentra la ciudad desde mi ventana los domingos. Sin el ruido de los autobuses, sin gritos inmorales, solo el cantar de unas cuantas aves y los rayos del sol matutino, y por un instante todo es como debería ser. Pero ni un domingo puede escapar de la realidad venezolana.

   Había un problema en mi ventana, algo rompía el paraíso de silencio y luz. Miré hacia abajo y era increíble, una fila kilométrica de personas, abuelos, mujeres embarazadas y hasta con niños. Algunos cargaban una franela roja del Partido Socialista Unido de Venezuela. Tierna ironía. 

   El supermercado se encuentra a cuatro cuadras de mi casa pero una frase estaba muy cerca de mi boca "Aquí sí que hay patria". Baje a comprar el desayuno y mientras disfrutaba una clásica empanada revise el periódico. Ahí estaba la muerte como un artista en pleno debut, un día de tantos va a salir en la sección de farándula como la más popular de Venezuela. La que no pela una fiesta, la que está en todos lados. No importa cuántos cauchos quemen o cuantas calles tranquen los asesinatos siempre le ganan los titulares a la vida. Y las cifras siguen creciendo. De vuelta a mi casa no soporte la curiosidad, me ganó el candor. Le pregunte al último en la fila que para qué era la cola, el señor, apoyando su respuesta en un bastón me dijo: ¿En este país? Hijo, en Venezuela esta cola es para todo. 

   Los noticieros admiten que no nos tienen buenas noticias, pero dicen que la situación mejorará... en unos cuantos años. Los periódicos son menos optimistas, pero no los culpo, ni siquiera tienen papel para reproducir sus noticias. Capriles dice que el tiempo de Dios es perfecto y varios dicen que han visto a Dios caminar entre escoltas por nuestras calles.

   Venezuela es como la caja de pandora. Al final, luego de que se desataran todos los males, lo único que quedó fue la esperanza.

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